El Papa ha instado a no dejar que el mar Mediterráneo se convierta en un "desolador Mare Mortuum", en su visita al asentamiento de Mitilene, en la isla griega de Lesbos, donde viven 3.000 migrantes, lo que lo convierte en el mayor campo de refugiados de Europa.
"No permitamos que se transforme en el "mar del olvido. Les suplico: ¡Detengamos este naufragio de civilización!", ha dicho para lamentar que el Mediterráneo se ha convertido en un "frío cementerio sin lápidas". Según cálculos de la OIM (Organización Internacional de la Migración) en 2021 más de 1.650 personas han muerto ahogadas en el mar Mediterráneo.
Francisco ha criticado las actitudes de los que "arrastran a la opinión pública fomentando el miedo al otro" y ha instado a superar el "cínico desinterés" que condena a la muerte a quienes están en los márgenes. "¿Por qué no se habla de la explotación de los pobres o de las guerras olvidadas y generosamente financiadas o de los acuerdos económicos que se hacen a costa de la gente?", ha exclamado
En este sentido, ha hecho un "ruego" a cada hombre para superar "la parálisis del miedo, la indiferencia que mata, el cínico desinterés que con guantes de seda condena a muerte a quienes están en los márgenes. "Los egoísmos personales y nacionales se convierten en medida y criterio de todo", ha lamentado.
Francisco, que cumplirá en diciembre 85 años y regresará el lunes de su viaje a Grecia y Chipre, ha dicho que las migraciones "son un problema del mundo", "una crisis humanitaria que concierne a todos", pero de la que nadie parece ocuparse: "Mientras se llevan adelante las vacunaciones a nivel planetario y -aun en medio de muchos retrasos e incertezas- algo parece que se está moviendo en la lucha contra el cambio climático, todo parece terriblemente opaco en lo que se refiere a las migraciones. Y, sin embargo, están en juego personas, vidas humanas. Está en juego el futuro de todos, que solo será sereno si está integrado. El futuro solo será próspero si se reconcilia con los más débiles"", ha enfatizado.
Así, ha clamado que "cuando se rechaza a los pobres, se rechaza la paz". "Cierres y nacionalismos, nos enseña la historia, llevan a consecuencias desastrosas. Es una ilusión pensar que basta con salvaguardarnos a nosotros mismos, defendiéndonos de los más débiles que llaman a la puerta. El futuro nos pondrá cada vez más en contacto unos con otros; para orientarlo hacia el bien no sirven acciones unilaterales, sino políticas más amplias", ha denunciado.
También ha arremetido contra el "continuo rebote de responsabilidades" y ha pedido "que no se delegue siempre a los otros la cuestión migratoria, como si a ninguno le importara y fuese solo una carga inútil que alguno se ve obligado a soportar".
El Papa ha mantenido un encuentro con unas 200 personas, la mayoría familias de refugiados procedentes de Afganistán y Siria, con niños pequeños, que le han recibido con canciones. Algunos niños han subido hasta el palco donde Francisco ha pronunciado el discurso para saludarle. Antes ellos ha dicho: "Estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas".
El Pontífice ha podido visitar los contenedores de plástico donde son acogidos y ha escuchado los testimonios de un refugiado y de un voluntario que trabaja en este lugar. El Santo Padre ya visitó Lesbos en 2016 y ha lamentado que "poco" ha cambiado en la cuestión migratoria. "Ofendemos a Dios dejando a las personas a merced de las olas, en la marea de la indiferencia, justificándolo incluso en nombre de presuntos valores cristianos", ha concluido.