La obra gira en torno a la historia de Naomi y Toshiro, dos niños que ansían descubrir el mundo. Un mundo que ya es muy viejo, que está agrietado por el hambre, la guerra y la injusticia. Estos dos niños son como brotes nuevos de este árbol añoso que creen en sus deseos y también en una antigua leyenda japonesa que cuenta que a quien construya mil grullas de papel se le concede un deseo. Así, Naomi y Toshiro se presentan como dos ángeles a la intemperie frente a la impiedad de los adultos.
La Compañía Microbiana, responsable de este espectáculo, plantea así imaginación, poesía y reflexión a través de diferentes técnicas y elementos como la manipulación de objetos, máscaras y el juego del actor.
Este grupo nace en Chiclana a comienzos de 2008 fundado por Esperanza Macías, Ana Belén Aguilar, Mario Benítez y Laura Rey, que se reunieron formando como punto de partida ‘Las mil grullas de papel’, de la escritora argentina Elsa Bornemann, para crear una versión libre donde se conjugan los elementos con los cuales se ha investigado.