La extensión de los bosques naturales de pinsapo (Abies pinsapo), especie autóctona que solo es posible encontrar en sierras de Málaga y Cádiz, se ha mantenido en las últimas décadas, demostrando una gran resiliencia y una capacidad de adaptación a los períodos de sequía mayor de la que creían los expertos.
Investigadores de las universidades de Málaga (UMA), Jaén y la Pablo Olavide de Sevilla han estudiado los efectos de los episodios de sequedad en el pinsapar más grande del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves, ubicado en Yunquera (Málaga), y los resultados han sido "sorprendentes".
Los datos recabados revelan que el pinsapo, pese a necesitar humedad, puede recuperarse con bastante eficacia tras eventos de sequía extrema, que a menudo vienen acompañados de un aumento de plagas forestales, explica a EFE el investigador principal del estudio, Álvaro Cortés-Molino, del Departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la UMA.
UNA JOYA BOTÁNICA
El pinsapo, considerado una "auténtica joya botánica", es un árbol de porte piramidal que procede de la era terciaria y que solo habita en la Sierra de las Nieves, en la Sierra Bermeja, también en Málaga, y en la de Grazalema, en Cádiz.
Esta especie no admite temperaturas extremas y necesita la influencia del mar, una pluviometría mínima y un limitado número de horas de luz al año. Por eso los pinsapares se refugian en zonas lluviosas y de umbría, normalmente a entre 1.100 y 1.300 metros sobre el nivel del mar.
Se calcula que en Andalucía quedan algo menos de 4.000 hectáreas de pinsapares, que se enfrentan actualmente a tres grandes amenazas: los incendios, las sequías y las afecciones de plagas.
EL IMPACTO DE LA SEQUÍA
A finales de los años 90, los pinsapares de la Sierra de las Nieves, donde se encuentra la mayor población de pinsapos, con una extensión de más de 2.000 hectáreas, sufrieron un decaimiento generalizado, con un alto grado de mortalidad que originó aperturas de claros en el bosque, debido principalmente a la sequía.
Ello llevó a los expertos a pensar que los pinsapares estaban en regresión, hipótesis que ahora han desmentido los últimos estudios, que se han centrado en el análisis de esta misma zona.
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores de Málaga, Sevilla y Jaén han utilizado datos de imágenes de satélite registradas durante 35 años (entre 1985 y 2020) y se han apoyado con muestreos de campo llevados a cabo en 2003 y 2020.
El análisis se ha complementado con imágenes históricas procedentes del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea, lo que ha permitido ver la evolución de la extensión del pinsapar durante este período.
UN RESULTADO "INESPERADO"
Los resultados han sido "totalmente inesperados", pues contradicen lo que se había predicho hace casi veinte años, afirma Álvaro Cortés-Molino.
Así, contra todo pronóstico, la cobertura vegetal del pinsapar ha aumentado en los últimos años: aunque el proceso de mortalidad sigue presente en estos bosques, existe una respuesta resiliente a este decaimiento por sequía que no se había documentado previamente.
Los pinsapos que sobreviven aguantan y crecen más y nacen nuevos árboles en los huecos que dejan los ejemplares muertos, los más vulnerables.
Según el investigador de la UMA, la mortalidad reduce la competencia entre árboles, de manera que se produce una especie de "efecto liberación" que hace que los que quedan tengan una mayor capacidad de crecimiento. Además, los huecos que dejan los ejemplares muertos se van rellenando de vegetación que a su vez propicia el crecimiento de nuevos pinsapos.
NO BAJAR LA GUARDIA
La especie, pues, presenta una elevada capacidad de adaptación al cambio climático y a la menor lluvia disponible, una noticia positiva, subraya Cortés-Molino, que tiene un "pero", ya que se desconocen aún los límites de esa resiliencia frente a períodos de sequía que son cada vez más intensos.
"El mensaje que hay que transmitir es que no hay que bajar la guardia porque no se sabe cuánto tiempo veremos esta respuesta resiliente frente a un aumento de la aridez del clima y de subida de las temperaturas", apunta el investigador.
Además, los procesos de mortalidad y sequedad generan una sobreabundancia de combustible vegetal que incrementa considerablemente el riesgo de incendio, la principal amenaza de los pinsapares en la actualidad, dado que estos árboles tienen una corteza muy fina que los hacen especialmente vulnerables a las llamas.
De ahí la necesidad, destaca el experto, de hacer una gestión proactiva que facilite dicho fenómeno de resiliencia y, a la vez, se reduzca el mayor riesgo de incendio por acumulación de material vegetal.