España es uno de los países Europeos con mayor número de ‘adivinos’, santeros, curanderos, agoreros, hechiceros, etc. Personas supuestamente elegidas para ser dotadas de dones especiales que implican tener unas ciertas capacidades sobrenaturales a las que se acude por infinidad de motivos, y que a través de la llamada ‘voluntad’ -cuantía económica que supuestamente se le dona- te sana, te adivina el futuro laboral, social, familiar, o te augura el amor o, lean bien, te informa si tu pareja te está engañando. Así, tal como suena.
Cualquier duda es filtrada por una serie de procesos y/o procedimientos interpretativos-espirituales alejados de la razón y de los conocimientos y procesada para tener una visión, no siempre clara, de aquello que se desea consultar. Pero existen matices ante esas aparentes visiones y siempre aparecen cuando se necesita saber más sobre dicha adivinanza: “La clarividencia es turbia, poco clara y se difumina con rapidez”, siendo ésta la justificación más generalizada para no ofrecer más datos de los que se tienen o que los pardillos/as puedan ofrecer, así se aseguran ‘el tiro’.
A lo largo de mi vida he tenido más de un encuentro con algunos supuestos adivinos/as que han vaciado cuentas de bancos de personas que buscaban soluciones a problemas que por uno u otros motivos no le daban en la vida terrenal, siendo manipulados y/o estafados hasta situaciones límites. Es triste que en una sociedad como la nuestra aún campen a sus anchas estafadores de esta calaña, que se aprovechan de las miserias de los demás para llenar sus arcas. Cierto es que cada cual es libre de acudir a un adivino/a, por estos lares tenemos bastantes y en muchas ocasiones para los adeptos a estas citas se ha convertido en un ritual al que acudir ante cualquier cambio en sus vidas: trabajo, amor, enfermedad, etc.
La desesperación, máxime en estos tiempos, es aprovechada por estos vendedores de ilusiones, que en plena pandemia se han multiplicado por nuestra tierra. No se trata de incultura exclusivamente, es desesperación, dolor, miedo, o desear ir por delante, asegurarse los pasos que se desean dar, pero sea lo que fuere, los supuestos adivinos jamás podrán darnos aquello que necesitamos, eso solo lo podremos conseguir nosotros mismos. Lo más sensato es huir de esta cultura absurda y vivir el presente con los pies en la tierra, que el futuro, tarde o temprano, siempre llega.