Tras el fracaso de la reunión de este miércoles con el Gobierno, los sindicatos franceses plantarán de nuevo cara hoy a la polémica reforma de pensiones aprobada por el Ejecutivo de Emmanuel Macron, con lo que esperan sea una nueva movilización masiva en las calles, la undécima desde enero.
La jornada se anticipa decisiva para mantener la presión mientras se aguarda la decisión del Consejo Constitucional, órgano de interpretación de la Carta Magna francesa, que el próximo 14 de abril deberá validar o no la ley tras su aprobación el pasado 16 de marzo sin el voto del Parlamento.
A la espera de ese veredicto, por el momento el Gobierno se ha mostrado inflexible respecto al mantenimiento de un texto que tiene por eje central el retraso de la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años.
"Tenemos que ser muy numerosos mañana para exigir la retirada de esa reforma injusta y llevar la movilización hasta el final, hasta que el Gobierno entienda que no hay otra salida que retirar el texto", resumió la nueva líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Sophie Binet, al término del infructuoso encuentro intersindical con la primera ministra, Élisabeth Borne.
Esta última, por contra, eligió un tono más conciliador tras la reunión y aseguró que seguirá "siempre disponible" para dialogar.
La incidencia de los paros y el nivel de asistencia a las manifestaciones de este jueves puede ofrecer un nuevo termómetro sobre si el pulso social será capaz de mantener su intensidad a pesar de los intentos del Ejecutivo por pasar página y apaciguar al país.
También puede ser un punto de inflexión para testar la capacidad de los sindicatos de proseguir la batalla como un frente unido.
"La única solución es que (la reforma) se pare", recalcó este miércoles en una entrevista nocturna al canal BFM Laurent Berger, secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT, primera central del país), que prometió que aunque hay divergencias entre los sindicatos, hay unidad respecto a la oposición frontal al retraso de la edad de jubilación mínima.
De entrada, las movilizaciones se traducirán en paros en sectores como la educación y el transporte colectivo, como trenes y transporte público, si bien no serán tan intensas como en ocasiones precedentes.
En París, el tráfico del metro será normal en la mayoría de las líneas y el cercanías verá parcialmente disminuidas las frecuencias.
En cuanto a los vuelos, el aeropuertos como los de Marsella, Toulouse, Burdeos y Nantes recortarán un 20 % los trayectos programados, pero el parisino Orly, que sí se había visto bastante afectado en otras ocasiones, no tendrá que cancelar viajes.
También prosiguen las dificultades en el sector de los carburantes, a pesar de las movilizaciones forzosas de trabajadores esta semana para paliar los problemas de abastecimiento, una situación que se espera que vaya mejorando en los próximos días.
El Gobierno ha previsto para esta undécima jornada de protestas un dispositivo policial robusto, aunque algo menor que en otras citas.
Se desplegarán en el país 11.500 agentes, de los que unos 4.000 estarán en París.
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Los franceses, llamados a las calles una vez más para defender pensiones
La jornada se anticipa decisiva para mantener la presión mientras se aguarda la decisión del Consejo Constitucional
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