Nos quedamos con la boca abierta ante aquella visión, que era todo un espectáculo, en el que el escenario sin límites era todo lo que alcanzábamos a ver en 360 grados a nuestro alrededor, y los personajes, según las circunstancias eran incontables en ocasiones y en otras muy pocos.
Quedábamos sorprendidos porque cada cual improvisaba y su papel era construido sobre la marcha e interpretado de forma natural, sin engolamientos ni imposturas, sin palabrejas raras y expresiones extrañas que nadie entiende, sin lenguajes crípticos ni exotéricos, pero desde la rareza de su extrañeza nos dejaba con la boca abierta preguntándonos ¿Qué habrá querido decir?
Contra todo pronóstico estaban los que acertaban cualquier adivinanza o ponían en pie el más complicado rompecabezas o jeroglífico que le plantearan, y aquellos otros que por muchas pistas y claves que les proporcionáramos, no había forma de que dieran una en el clavo. Por muchas veces que hayamos visto algo o alguien, siempre hay una ocasión para quedarnos estupefactos y con la boca abierta, entre infantil y lo bobalicón.
Si en estos momentos recibiéramos un mensaje a través de nuestro móvil, en el que se nos dijera que éramos los herederos de unos familiares que no habíamos llegado a conocer, tal vez nos parecería que era una tomadura de pelo y que no había ni un gramo de verdad en aquella noticia.
En boca cerrada no entran moscas, pero si viéramos y oyéramos a un niño de tres años comunicándose en varios idiomas nos resultaría increíble y pensaríamos que “hay gato encerrado” y se trataba de un fenómeno parasicológico, alguna pregrabación o de un chip que le habían implantado al bebé.
Muchas veces tendremos la oportunidad de comenzar de nuevo, y empezar las cosas de otra manera que rompa con la rutina y nos asombraremos con las novedades. Nuestros planes se pueden desbaratar, pero no quiere decir que sea para mal, ni se puede tener todo previsto y podemos encontrarnos con noticias positivas, agradables e inesperadas que nos pueden conducir por unos caminos alegres y felices.
Hay muchas cosas que nos dejan con la boca abierta, nos emocionan y nos ponen la piel de gallina, mientras otras nos dejan impasibles e indiferentes. A veces sin explicación o fundamento o sin ello, nos encontramos con lo extraordinario y lo corriente, lo inédito y lo excepcional, lo amenazante o lo defensivo.
Por mucho que queramos estar al día, casi siempre nos quedan asuntos pendientes, cuestiones cotidianas con sus toques y retoques o grandes desafíos que veremos de distinta manera, según lo contemplemos de lejos o los observemos de cerca.
Nuestra tendencia es conseguir gozar del máximo bienestar, respetando lo que los otros dicen y hacen, sin traspasar líneas rojas, ni ser cicateros y parcos en los cariños y afectos, nunca hay muchos besos ni abrazos demasiados fuertes.
En ocasiones avanzamos y tomamos decisiones sobre la marcha con sentido práctico y el don de la oportunidad, y esto nos hace sentirnos agradables y placenteros e inspirados y felices. En este clima todo nos parece fácil y sencillo, con un horizonte claro y despejado.
Cuando no se explican las cosas no se entienden y cuando esto ocurre las reacciones son disparatadas, aunque tengamos talento para dar, regalar y cumplir retos sin parar.