Sí, en esos servicios municipales de la carretera de el cementerio se viene centrando, por fin, la atención de la ciudadanía onubense ahora que vemos que después de muchos años acumulando árboles y árboles a diestro y siniestro y con resultados nefastos para calles de nuevo diseño como la de San Sebastián y/o avenidas como la de Andalucía, resulta que ahora, y desde hace años, nos encontramos con calles peatonalizadas -con acierto, no lo pongo en duda- pero que resultan de una frialdad apabullante. La avenida de Pablo Rada -que siempre debió llamarse de San Sebastián y así afianzar su singular papel en el callejero y zona donde se encuentra desde tiempos de Mari Castaña-, ironías aparte, es por el contrario algo aberrante dadas su anchura y altura. A estas alturas todavía sería posible enmendar la plana y plantar esas especies que llenan y embellecen sin elementos molestos, algo que caracteriza, lamentablemente, a las dos vías a las que me refiero y hay que poner en la picota por el desacierto con el que fueron diseñadas -repito e insisto- en lo que a su descomunal arbolado se refiere…
El tema -a buenas horas mangas verdes- merece un estudio a fondo, aunque por haberse ido de las manos desde prácticamente el momento en que se hicieron las plantaciones resulta casi imposible si de darle una solución alternativa se trata. Hoy creo que esto debe ser un aviso a la hora de nuevas plantaciones, por ejemplo, en el Ensanche Sur, donde habría que poner el punto de mira para poder corregir a tiempo crecimientos desmesurados de la arboleda plantada que, a veces, y como sucede en San Sebastián, las ramas entran prácticamente por las ventanas de los edificios. No creo exagerar lo más mínimo y me atrevo a plantear el tema, que a lo mejor late ahí, en el Ayuntamiento –Urbanismo- donde se cuece y desarrolla esa faceta urbana que ya empieza a preocupar a vecinos y peatones, ante los múltiples levantamientos del pavimento y grandes piezas de granito de los alcorques, con el consiguiente peligro -vuelvo a insistir- para peatones y vehículos de personas con movilidad reducida.
A todo esto, sin olvidar dentro de esas irregularidades en los pavimentos los ficus de la Estación del Ferrocarril por un lado y la plaza Arqueológica por otro, me animan a abordar este asunto tan delicado los numerosos comentarios que vienen circulando en torno a la escasez de arboles en muchas calles y sobre todo en las anterior y actualmente recién peatonalizadas. A nivel local aparece en escena un asunto que me había propuesto abordar en otro momento, como es la monumentalización de la ciudad y, sobre todo, repito e insisto, en esas vías que con más o menos acierto acaban de ser habilitadas prácticamente para uso exclusivo -con excepciones- para la ciudadanía. El acceso a El Conquero no podemos olvidarlo a la espera de su terminación, dadas las irregularidades del pavimento por la acción indebida y peligroso crecimiento de sus árboles. Pero vuelvo al tema de la monumentalización a la vista de las recientes incorporaciones más o menos justificadas y que deben tener continuidad con el adecuado consenso por parte de una comisión que revalide no solo la opinión del espectro municipal. ¿Me entienden o no atino a explicarme?
A modo de conclusión vuelvo a insistir sobre la encrucijada de La Placeta, donde acaba de ser puesta a prueba una efímera instalación para un marcado acontecimiento en el mundo de la Semana Santa, tema que viene a apoyar, pero con otra perspectiva, ese toque de arbolado y monumentalización a una cuestión que estoy seguro aprobaría en plebiscito el mundo rociero local. Un complemento al singular monumento de El Punto, ahora visualizando a los protagonistas del camino, como son los encargados de portar a caballo los respectivos Simpecados de Huelva y Emigrantes razonamientos aparte. No creo que el silencio sea la respuesta a esta humilde proposición que, en todo caso, debería ser resuelta por esa comisión encargada de recibir propuestas y hacer la adecuada evaluación para que la propuesta aglutine voluntades y razonamientos y nunca caiga en saco roto.