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Querida taberna

¿Qué es la Carbonería de calle Parras?

¿Por qué una carbonería grita desde sus entrañas que es taberna y hay bares que nunca podrán serlo? Porque la vocación no se negocia...

Publicado: 05/06/2024 ·
12:00
· Actualizado: 05/06/2024 · 12:14

Luis Aguilar Astola y Carmen Astola, hijo y madre en su negocio.

Presentación de "Sevilla, la ilustre taberna" en La Carbonería.

Presentación de "Sevilla, la ilustre taberna" en La Carbonería.

Presentación de "Sevilla, la ilustre taberna" en La Carbonería.

Autor

Andi Koetxea

He publicado los libros “Huelva choquera y tabernera” (2021) y “Sevilla, la ilustre taberna” (2023), "Huelva choquera y tabernera II volumen" (2024) y "El Rompido 77. Los niños salvajes" (2024). Los bares y las tascas son la excusa perfecta para sumergirme en la antropología de la vida cotidiana

Querida taberna

Cerca del mostrador de bares y tabernas pasan cosas, y algunas muy curiosas. Este blog atrapa al vuelo esos sucedidos para que caigan en buenas manos

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¿Qué es la Carbonería de calle Parras? ¿Por qué una carbonería grita desde sus entrañas que es taberna y hay bares que nunca podrán serlo? Porque la vocación no se negocia, sólo se sueña y se esparce al viento.

Un miércoles, por poner un día, es una vieja carbonería que vende cosas modernas. El carbón es moderno. Ensucia y es moderno. Lo arrinconamos y al rato lo mimamos bajo comidas a la brasa. Es moderno. A la vez es un lugar vetusto en el que un sobrio Luis se entrega a su trabajo. El de sus mayores. Tan suyo ahora. Sabe que el pasado fue de pujanza. Presente en la cotidianeidad de sus vecinos. Tan habitual como la lechería, la frutería, el refino, como la recova o la pescadería. La carbonería suena a polvo en las paredes, se olisquea el flamenco en los patios, a la atardecida. Con alhucemas se llena el aire. La chiquita piconera mira triste. Mueve las brasas con la badila. Algún quejío se escapa cerca.

Luis narra con su presencia. Explica con palabras y silencios la historia de este lugar familiar. El hace tiempo pleno. El ayer y el hoy de lucha y alguna sospecha. El futuro no se debate. Ya se irá viendo. Por la puerta pasaron todos. Muchos siguen pasando.

Un miércoles puede ser así, parecido al jueves. El trajín. Cada día tiene su afán.

Además, hay un proyecto, un norte con su sur. La asociación Cisco de Picón convierte el negocio en un decorado de postín. No es forzado, es natural. La carbonería es unas tablas de cante, es un espacio con público. Es un conjunto de personas que esperan y otras que ofrecen. Al rato es al revés. Es un local de ensayo, es un oasis de tertulia.

Ayer un libro vio luz entre sus paredes grises, llenas de cachivaches estilosos. El martes eran reflejo de un siglo de esfuerzos, y hoy, de repente, parte de un engalanado teatro de variedades. Ese libro ya camina entre los brazos de una nueva parroquia. Con el mostrador tosco de un ambigú para apoyar la palabra, renace el noble arte de la conversación. La carbonería es esto. Y otras cosas que revolotean, mariposas fervientes, en un febrero que huele a abril.

NOTA:

“Sevilla, la ilustre taberna” (2023, Fénix Editora) fue presentada un 18 de febrero de 2024 en este lugar. Una golosina que se le da a un niño sólo por verlo sonreír feliz. Allí estuve y cómo me lo pasé. Muchas gracias.

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