El casco histórico de Toledo es, desde hace semanas, un incesante ir y venir de operarios que cuelgan los toldos y los faroles, los reposteros y los estandartes, y que preparan los velones, las flores y las guirnaldas.
Antonio Maeso, uno de los fundadores de la Junta Pro Corpus de Toledo hace cuatro décadas, conversó con Efe sobre el esfuerzo, el trabajo, la dedicación, los sinsabores y las satisfacciones que supone engalanar cada año la ciudad para la fiesta del Corpus.
Maeso es “el alma del Corpus”, como le definió el alcalde de la ciudad, Emiliano García-Page, con quien le une una gran relación porque le conoce desde que García-Page era un chiquillo y acompañaba a Maeso por las calles del casco histórico preparando el Corpus.
La Junta Pro Corpus y el Ayuntamiento se apoyan en las muchas operaciones necesarias para engalanar las calles: colocar las flores y guirnaldas, colgar los reposteros, instalar los toldos y los faroles, izar los velones, estandartes...
A ojos del visitante, Toledo parece un escenario teatral, como si toda la ciudad decidiera actuar a la vez para un mismo objetivo, pero la realidad es que en buena medida el casco histórico se viste de Corpus gracias al trabajo de un reducido grupo de operarios, dirigidos por voluntarios como Maeso; el buen quehacer de la escuela taller de restauración, y la labor de los operarios municipales.
El olor de la ciudad llegará en vísperas, cuando se extienda sobre las calles regadas el tomillo, cantueso y romero que se recoge estos días previos en una finca de Los Montes de Toledo y cuando la Junta Pro Corpus coloque 2,5 kilómetros de guirnalda de planta de boj, que suponen una parte suculenta de su presupuesto, unos 9.000 euros.