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Jueves 14/11/2024
 
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Punta Umbría

María Rosa, 50 años de gozoso sacrificio por la danza

No ha estado mala nunca ?publicamente? aunque tenga la columna llena de clavos.

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  • María Rosa -
Como buena trabajadora autónoma, la “más grande” de la danza española del siglo XX, María Rosa, no ha estado mala nunca “públicamente” aunque tenga la columna llena de clavos y haya actuado “una jartá” de veces “harta” de novocaína. “El baile es sacrificio y hay que vivir para bailar y no al revés”, determina.

Más de 80 artistas le rindieron el pasado mes de junio un homenaje a sus 50 años de carrera, “lo más emocionante y bonito” que ha vivido nunca, según revela en una entrevista con Efe la bailaora, que en cuanto aprieta el calor se escapa a Mallorca, con sus tres “bichas”, es decir sus nietas, a las que adora.

“No sabía lo que preparaban y cuando aparecieron mis tres niñas (9, 7 y 6 años) en el escenario no podía dejar de llorar”, recuerda María Rosa Orad Aragón (Andújar, Jaén, 1937), que aquella noche pudo ver piezas que ella ha hecho famosas, como Puerta Tierra, La jota, Asturias o La vida breve en los pies y manos de bailarines de 65 y 70 años pero también en los de quienes empiezan.

Por su compañía, la decana de la danza española, fundada por ella en 1963 tras un año en la de su idolatrado Antonio -”el más grande que ha habido y habrá nunca”-, han pasado 480 bailarines, y muchos de ellos estuvieron en el escenario pero también entre el público.

Para el final de fiesta subió a bailar, con la “grandísima” Merche Esmeralda, “un poquito por bulerías” y ahí ya fue el delirio de un programa que habían preparado durante un mes “popes” de la danza española como Victoria Eugenia, Juan Mata o Maribel Gallardo, con la complicidad de “jóvenes” como Lola Greco o Rafael Amargo.

Generosa y prudente se resiste a hacer comparaciones, pero desde el balcón “de mantones” de sus 73 años, sentencia que la danza española, los repertorios que ella y Antonio pasearon por el mundo entero, está atravesando “un momento malo” y que ahora “todo es fusión”.

“Lo respeto pero me da pena que se pierda. Veremos qué hace ahora Antonio Najarro en el Ballet Nacional de España. ¿Por qué se tienen que perder los volantes y las batas de cola?. Hay que ponerse esos trajes y no esas cosas raras que sacan. Ahora no se llevan, pero volverán los volantes”, pronostica.

Es tan despistada que una vez salió a actuar con el cepillo del pelo en la mano en lugar de con el abanico y otra vez con un zapato de cada color, pero no se ha olvidado nunca de un paso, ni cuando salía “inyectada como un caballo”.

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