Uno de los proyectos más llamativos de los 40 que presentó la alcaldesa en el Pleno sobre el Estado de la Ciudad fue la construcción en Jerez de viviendas modulares tipo contenedor, las llamadas construcciones containers, destinadas a jóvenes emprendedores. Como aclaró María José García-Pelayo, la propuesta surge de una idea entre la Asociación de Jóvenes Emprendedores (AJE) y el Ayuntamiento de Jerez, y en una primera fase prevé la construcción de 32 viviendas y otros tantos módulos de oficinas en una parcela situada junto a la explanada de la feria.
En lo que respecta al material, lejos de lo que pueda pensarse en un primer momento, este tipo de viviendas modulares están fabricadas con contenedores de transporte marítimo, una fórmula, la de reutilización de materiales, que se viene haciendo desde hace algunos años en otros países europeos como Holanda e Inglaterra, y en el nuestro para diferentes usos, tales como oficinas móviles, residencias para estudiantes, viviendas de emergencia y aulas educativas.
Hasta el momento ni en Jerez ni en la provincia hay ninguna experiencia similar, sin embargo, los arquitectos jerezanos Miguel Ángel López Barba y José María Orge son los artífices del proyecto para la construcción de la parroquia de San Juan Grande, en la zona sur. Una propuesta en la que ha estado muy implicado y todavía lo está el párroco Enrique Soler, quien no está dispuesto a renunciar a esta novedosa iniciativa que en estos momentos está aparcada por cuestiones económicas.
Como explican los arquitectos, la inversión aproximada es de un millón de euros, un coste que se encarece principalmente por la cimentación debido al terreno, pero se trata de una construcción de varias plantas de 2.000 metros cuadrados útiles, con un templo de 400 metros, una capilla de 100, hasta 12 salas para catequesis, salón parroquial y una vivienda de 100 metros cuadros, dos espacios más para un garaje y para Cáritas.
Teniendo en cuenta que el coste final de este proyecto de tipo container se reduce un 30% respecto a las iglesias tradicionales al emplearse esta fórmula y levantarla a partir de medio centenar de contenedores marítimos, el metro cuadrado se queda en 500 euros, cuando la media es de 800, sin contar con el ahorro en las emisiones de CO2 desde el primer momento de la construcción. Sería la primera iglesia ecológica de Jerez y a buen seguro de la comunidad autónoma, pero no corren buenos tiempos económicos y en el Obispado en estos momentos de crisis no está por la labor, lo cual no quiere decir que no se hará. “El proyecto está registrado en el Colegio de Arquitectos y tiene su licencia, a partir de ahí ya no depende de nosotros”, explican sus autores.
Pero tanto para una iglesia, como para cualquier otro edificio, detrás de los contenedores hay mucha más libertad para jugar y aprovechar los espacios. “No se trata de una apilación de contenedores”, añaden, conscientes de lo que puede llegar a pensarse cuando se habla de combinar un material como los contenedores marítimos de acero y una edificación. A partir de ahí, la idea del religioso, que se trasladó a unas oficinas del Jardín Botánico de Málaga expresamente con los arquitectos para visitar una instalación en la que se inspiró la obra, es hacerlo por fases de forma paulatina, aprovechando que son modulables y con estancias autónomas en sí (podría empezarse por la capilla).
Otra ventaja, perfectamente extensible a cualquier otro edificio, llámese colegios, oficinas, etc, es que se puede desmontar y trasladar a otra ubicación en caso de cambios, ya que son perfectamente transportables por esta condición. Mientras esto no llega, Miguel Ángel y José María espera que el Ayuntamiento de Jerez saque a concurso la construcción de las viviendas para emprendedores en esta modalidad y poder hacerse con la obra.