En cuanto a la carrera, la victoria correspondió a Felipe Massa, que se creía campeón del Mundo en su entrada a meta. Glock, que estaba cuarto, al haber sido el único en no cambiar sus neumáticos de seco por unos de lluvia, fue sobrepasado por Hamilton, que firmaba un quinto puesto, suficiente para ganar el campeonato en el último minuto y de penalti.
Un campeonato que celebró Ferrari en su box y es que la situación fue esperpéntica. Massa cruzó la bandera a cuadros sabiendo que Hamilton era sexto al haber sido adelantado por Vettel a falta de las dos últimas vueltas. Sin embargo, el Mundial se decidió en la última curva del último Gran Premio.
Cuando la maldición se cernía de nuevo sobre el piloto de Stevenage, el alemán Timo Glock, que era cuarto, no pudo reaccionar a la lluvia que había condicionado el Gran Premio cuando restaban 12 vueltas para el final. Glock dio vida a Hamilton, y Massa, que levantaba los brazos, los bajó de repente.
Sin embargo su actitud fue encomiable. Massa ejerció de líder como nunca había hecho. Siempre a la sombra de grandes pilotos como Michael Schumacher o el propio Kimi Raikkonen, campeón la pasada temporada, la dejó de lado a pesar de que no se alzase con el título. Demostró su gran condición y lo que es capaz de hacer al frente de un volante.
Algo similar a lo que hizo Fernando Alonso, que por primera vez en cuatro temporadas llegó a Brasil sin jugarse el título. El asturiano selló una gran carrera y de haberse contabilizado únicamente las cinco últimas pruebas hubiese sido campeón del mundo. Una reflexión que le ayudará a mejorar si es que la próxima temporada sigue en Renault.
El que tiene garantizada su presencia en Ferrari es Massa, que ganó un Gran Premio más (6) a lo largo de toda la temporada que Hamilton, el nuevo campeón (5). Y es que todo empezó según tenía el carioca en su guión. Las salidas de pista de Piquet --que corría en casa-- y de Coulthard --que decía adiós a la Fórmula 1-- hicieron que el coche de seguridad entrase en pista.
La prueba, que comenzó con diez minutos de retraso por culpa de la lluvia, volvió a enjugarse en la vuelta nueve, que dejó el cielo despejado. Esto obligó a los monoplazas a rendir cuentas en boxes, donde Alonso comenzaba a volar, marcó vuelta rápida, y Hamilton se quedaba noveno.
Estos resultados dejaban al inglés sin Mundial y Massa --como un obús-- seguía ampliando sus diferencias con el resto salvo con el asturiano. Pero esta ilusión le duró al brasileño únicamente nueve vueltas, que fue cuando Hamilton volvió a colocarse entre los mejores en un gesto de garra y agresividad, algo que le ha caracterizado durante su trayectoria.
Un final de infarto
Tras la vuelta a la lucha por el título de Hamilton --que alternó la cuarta con la quinta posición por las entradas en boxes-- la prueba de Interlagos no había dicho su última palabra.
Así, hasta que no restaban doce vueltas, la lluvia hizo acto de presencia y todos los monoplazas decidieron cambiar sus neumáticos para afrontar con garantías los últimos minutos de prueba.
El único que no entró y se la jugó fue Glock, juez y parte de la carrera y del Mundial a la postre. Con Massa liderando, Alonso segundo, Raikkonen tercero, Glock cuarto y Hamilton quinto, el Mundial era del inglés, que aún debería sufrir un gran susto.
En la vuelta 69 --dos para el final-- un desaparecido y doblado Kubica hizo acto de presencia entre Hamilton y Vettel, y el alemán aprovechó para revolucionar las pulsaciones del personal. Con este resultado y Hamilton falto de confianza, marcando tiempos lejanos a los de cabeza, el inglés perdía el título y la maldición se acechaba sobre su figura.
Pero en la curva final, Glock se quedó atrás y acabó décimo. Esto permitió a Hamilton entrar quinto y conseguir la mínima puntuación necesaria para entrar en los libros de historia.