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Cádiz

Abre en el Museo de Cádiz una exposición con piezas procedentes de la necrópolis romana de la ciudad

Esta exposición es una producción del propio museo y tiene como objetivo principal continuar la iniciativa comenzada hace unos años de dar a conocer la riqueza y variedad de las colecciones que contiene a través de exposiciones temporales de carácter temático

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La delegada territorial de Educación, Cultura y Deporte de la Junta en Cádiz, Cristina Saucedo, ha inaugurado este martes la exposición 'Nuevos hallazgos en la necrópolis romana de Cádiz' que, de forma temporal, va a acoger el Museo de Cádiz. Esta exposición es una producción del propio museo y tiene como objetivo principal continuar la iniciativa comenzada hace unos años de dar a conocer la riqueza y variedad de las colecciones que contiene --en este caso las pertenecientes al área de arqueología-- a través de exposiciones temporales de carácter temático.

   Las piezas proceden de la excavaciones arqueológicas llevadas a cabo durante el año 2005 en el solar de las antiguas bodegas Abarzuza, situado en la Segunda Aguada de Cádiz. La zona de intervención forma parte de un gran área de necrópolis de la que se han localizado numerosos enterramientos durante el proceso de otras intervenciones realizadas anteriormente en su entorno. Debido a sus dimensiones se ha ubicado en la Sala Multiusos, que ha sido totalmente renovada para la ocasión; según informa la Junta en un comunicado.

   Los trabajos arqueológicos en el solar de las bodegas Abarzuza sacaron a la luz un total de 127 tumbas, enmarcadas en un periodo cronológico que abarca las épocas fenicia (siglos VI-V a.C.), tardopúnica y romano-republicana (siglo III-I a. C.) y romano-imperial (siglos I-II d.C.). Para la exposición se han seleccionado las pertenecientes a época romana, que responden a tipologías muy variadas y a los ritos de inhumación e incineración practicados en esos tiempos.

   Las inhumaciones eran propias del mundo fenicio púnico a partir del siglo V a.C. En tanto que las incineraciones fueron introducidas paulatinamente por los romanos a partir del siglo III a.C. En Cádiz, la inhumación pervivió más que en otros lugares cercanos, coexistiendo con la incineración a causa del fuerte arraigo de la cultura fenicio-púnica en la ciudad.

   Uno de los aspectos más interesantes de la exposición es el conjunto de piezas de diversas características que formaron parte de los ajuares de los enterramientos. En el solar de Abarzuza, al igual que en toda la necrópolis gaditana, abundan los ungüentarios de cerámica o vidrio, cuya tipología presenta algunas variantes relacionadas con la época en que fueron realizados. También son frecuentes los objetos de adorno y uso personal, como anillos, pulseras, fíbulas o amuletos, que propiciaban al difunto un buen tránsito a la otra vida.

   En el solar de Abarzuza se han encontrado además unas cerraduras pertenecientes a pequeñas cajas o cofres, lucernas y piezas de hueso. Destacan, por lo inusual del hallazgo, dos grilletes de hierro colocados en los tobillos de una difunta, que podría tratarse de una esclava.

   Asimismo, se localizaron algunas monedas, cuya presencia en muchas tumbas  respondía a funciones muy importantes, pues tenían un gran valor simbólico y religioso. Eran usadas como viático, amuleto y, en general, como elemento para facilitar el tránsito del difunto al "Más Allá".

   En la excavación se han encontrado diversas estructuras relacionadas con los rituales funerarios. Una con planta cuadrangular parece relacionarse con algún tipo de habitáculo o recinto destinado a las actividades llevadas a cabo en la necrópolis, otra es una fosa de época fenicia que tenía en su interior restos de ánforas. Cuatro pozos contenían igualmente restos de ánforas junto a fragmentos de otras vasijas cerámicas, huesos pertenecientes a perros y conchas de moluscos marinos, sobre todo muergos y cañaillas. También se localizaron tres piletas escalonadas con la superficie estucada.

   Además, 58 ánforas dispuestas en diversas alineaciones, seccionadas para utilizar únicamente sus mitades inferiores, aparecieron clavadas verticalmente en la arena. Podrían haber sido utilizadas a modo de muretes de separación para delimitar distintas áreas funerarias.

   La selección de piezas ha estado a cargo de la conservadora del museo María Dolores López de la Orden y del restaurador Luis Carlos Zambrano, que también se ha encargado de la restauración de las piezas expuestas. Del montaje y renovación de la sala se ha ocupado el equipo de mantenimiento, correspondiendo a la dirección las tareas de coordinación. Ha sido muy valiosa la colaboración del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes, cuyo personal ha realizado el montaje audiovisual y el diseño de los textos informativos.

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