La última víctima mortal de la violencia de género, una mujer de 69 años de Badajoz, ha recibido hoy, lunes, el homenaje de los sanroqueños durante el minuto de silencio en su memoria que ha tenido lugar frente al Edificio Diego Salinas. El número de asesinadas en España por la violencia machista se eleva ya a 30 en lo que va de año.
A la concentración asistieron varios miembros de la Corporación así como trabajadores municipales y particulares. Se guardó un minuto de silencio tras el pancarta con el siguiente texto: “¡No más asesinatos de mujeres! San Roque contra todo tipo de violencia de género”. Normalmente este tipo de actos se realiza frente a la puerta de la Casa Consistorial, pero la instalación en esa ubicación del escenario de la Coronación de la Feria Real ha aconsejado cambiar de lugar.
El alcalde, Juan Carlos Ruiz Boix, indicó que “desgraciadamente, de nuevo tenemos que cumplir ese acuerdo plenario que nos llama a concentrarnos cada vez que hay una víctima de la violencia de género en España. Ayer mismo en Extremadura se produjo la última, y si siempre este tipo de actos son desagradables, en esta ocasión fue horrible”.
“La sociedad -dijo- debe seguir trabajando para acabar con este tipo de violencia. Todos los grupos políticos, todas las administraciones y todos los ciudadanos debemos seguir trabajando para que acabe este problema, que cada año se lleva a más de cincuenta mujeres asesinadas a manos de sus propias parejas o ex parejas”.
En el Pleno Ordinario celebrado el pasado 29 de noviembre se aprobó por unanimidad una moción de toda la Corporación contra la violencia machista. En ella se decidía que tras cada muerte de este tipo registrada en España se organizara una concentración frente a la Casa Consistorial y se guardara un minuto de silencio de condena.
Una mujer de 69 años falleció ayer domingo en Villafranca de los Barros (Badajoz) a manos de su marido, de 78 años, quien le golpeó varias veces con un martillo hasta causarle la muerte. La pareja se encontraba en trámites de separación y sobre el asesino pesaba una orden de alejamiento, que había quebrantado anteriormente.