El presidente del derechista Likud, Benjamín Netanyahu, ha cedido a todas las demandas de Israel Beitenu, pues necesita imperiosamente sus quince escaños para aglutinar al menos 61 de los 120 asientos en la Kneset.
“Es como funcionan las cosas cuando Bibi necesita a Yvet más que Yvet a Bibi”, confesó al diario Haaretz una fuente cercana a las negociaciones, usando los nombres de pila de ambos políticos.
Lieberman “planteó un completo ultimátum, y en tanto que líder de nuestro principal socio de coalición, no teníamos más remedio que escucharle. No quiso siquiera hablar de la posibilidad de no recibir los ministerios de Exteriores y Justicia”, reconoció, por su parte, un asesor de Netanyahu al periódico The Jerusalem Post.
Asuntos Exteriores, Seguridad Pública, Turismo e Infraestructuras Nacionales son, pues, las carteras que dirigirá la formación que plantea la expulsión de los árabes con ciudadanía israelí que no juren fidelidad al Estado judío.
Lieberman también ha forzado a Netanyahu a mantener al frente de Justicia al polémico Daniel Friedman, enfrentado a la magistratura por su política de dar competencias judiciales al poder ejecutivo.
La presencia de Friedman implica que los laboristas no integrarán la coalición bajo el paraguas de Netanyahu.