El Real Madrid tuvo que ponerse el mono de trabajo en San Sebastián para seguir mejorando su récord de victorias, que no se vio comprometido ante un GBC que no arrojó la toalla en ningún momento (65-76).
El líder no quiso dar ninguna opción a un equipo que ha acreditado lo complicado que es derrotarle y pisó el acelerador desde el segundo uno para coger un renta de ocho puntos en un abrir y cerrar de ojos (3-11).
Se enfrentaban las dos mejores defensas del campeonato, pero, a la hora de la verdad, la zaga donostiarra fue tan permeable como la del resto de equipos que se han enfrentado hasta la fecha con el intratable conjunto blanco que prepara Pablo Laso.
En ataque, el conjunto blanco no tenía excesivos problemas para dañar la zona vasca, con un Sergio Llull que hacía estragos desde larga distancia para terminar el primer cuarto con un sobresaliente 11 de valoración, dato que ilustra el gran rendimiento del organizador de juego catalán.
La lucha era desigual porque ante la interminable plantilla del Real Madrid, los donostiarras sufrían la baja de su mejor anotador, el lesionado Jason Robinson.
Neto y Doblas, no obstante, sostenían las escasas ilusiones de su equipo mientras el líder no apretaba el acelerador y confiaba el poder anotador a sus bases, Llull y Sergio Rodríguez, iniciativa ofensiva que le permitía llevar el encuentro tranquilo para sus intereses.
Bajó la barrera psicológica de los diez puntos el cuadro donostiarra justo al final del tercer cuarto (49-58), lo que permitía concebir a la hinchada del San Sebastián Arena 2016 tímidas esperanzas de poder soñar con la gran sorpresa.
Más todavía cuando el equipo de Sito Alonso cerró a cal y canto su defensa y punto a punto se acercó 51-58. El público se lo quería creer y los jugadores locales también.
Este Real Madrid, sin embargo, no está por la labor de caer en ningún bache en el camino de récord por el que transita y, sin excesivo esfuerzo, acertó a mantener a distancia con su rival con rentas que rara vez bajaron de los diez puntos.