Tebas, imputado; Joaquín Morales y Fernández Monterrubio, sentados en el banquillo; el caso del presunto amaño de partidos, con el Xerez en entredicho por los choques ante Girona y Hércules, por llegar; la jueza de lo mercantil con una incidencia concursal que, a priori, no va a dar lugar a la petición de liquidación de la sociedad anónima, según se desprende de las palabras de Tebas quien ha explicado que ha sido una incidencia presentada “por la comisión de seguimiento” para poner en conocimiento de “los acreedores” las dificultades existentes para cumplir con el convenio y que no se está cumpliendo en cuanto a los pagos de las Administraciones Públicas. De todas maneras es otra formalidad jurídica que está ahí presente. La vida del Xerez Club Deportivo, más bien de la sociedad anónima, que se encuentra judicializada y lo que te rondaré...
Era algo fácil de presumir. El fiasco económico, deportivo y social en el que se encuentra el club xerecista tenía unos claros inductores, tenía nombres apuntados en letra roja como presuntos culpables y de depurar culpabilidades y responsabilidades se trata y para eso, más pronto que tarde, a pesar de las situaciones dilatorias que presentan los abogados, tendrá que salir la calificación del concurso de acreedores y, a partir de ahí, se pueden producir movimientos personales y societarios de todo tipo. Incluso se indica que es posible que la resolución del juicio, en el que la Plataforma Salvemos al Xerez llevó a Morales a los juzgados de lo mercantil por presunta falsedad en la ampliación de capital última, se demore hasta que salga esa calificación concursal que, tal y como están las cosas, se supone fundamental para esclarecer todo lo que ha ido sucediendo en el Xerez Club Deportivo, Sociedad Anónima Deportiva, a lo largo de los últimos años, años plagados, por otra parte, de éxitos deportivos, pero años en los que la sociedad fue materialmente saqueada como refleja la fotografía actual de la entidad.
Una entidad que, de una forma u otra, ha estado bajo control municipal durante muchos años sin que ello tampoco sirviese para nada. Y es que de aquellos lodos han llegado estos barros. A Oliver, Luis por más señas, se le regaló el club por aquello de que el descenso podría traer, a lo peor, consecuencias electorales. Se jugó con el navarro una partida de ajedrez donde al Ayuntamiento, entonces liderado por Pedro Pacheco, le hicieron jaque mate. Oliver llegó, no pagó, se llevó todo lo que se pudo llevar y hasta le birló, en el último instante, treinta mil euros cuando se firmó un principio de acuerdo para que las acciones, acciones que jamás pagó, pasasen a manos de empresarios jerezanos, a través de la empresa mejicana Pegaso. El club se fue a las manos de Gil Silgado, o lo que es lo mismo, el club se emparentó con los personajes que posteriormente fueron imputados por el caso Malaya. El dinero venía en bolsas de plástico desde Marbella y hubo otro intento del Ayuntamiento por recuperar el poder accionarial, cosa que finalmente hizo pero no dándoselo a gente de Jerez sino, a través de José Luis López, el Turronero, se le vendió a Joaquín Morales, con el apoyo de, no se sabe si algún día se sabrá, un dinero importante que sirvió para tapar las miserias económicas que había impedido pagar a una plantilla -sobres consistoriales o presuntos sobres consistoriales al margen- la casi totalidad del año y que presuponían que el equipo podría descender administrativamente. A Morales se le ofrecieron, además, ocho millones de euros de las arcas municipales en plan de subvención y comenzó el principio del fin.
Ya en época de Pilar Sánchez como alcaldesa, Morales tampoco pagó a nadie, a imagen y semejanza de Gil Silgado y Oliver - tales para cuales-, y Curro Garrido, que presumiblemente iba a comprar las acciones, cosa que no hizo finalmente, puso el dinero para evitar, por segunda vez en esos años, el descenso administrativo. Morales era salvado, que no echado, por la campana municipal, aunque fuese con dinero de otro u otros, y terminó llevando al equipo a Primera.
Parecía que era la solución a los males, pero fue la puntilla, aunque parezca mentira. El equipo entró en concurso de acreedores, bajó a Segunda División (con la pantomima de Souza, el argentino) y la gestión concursal, económicamente hablando, le dio otra estocada al toro moribundo porque en lugar de quitar deudas, las temporadas finalizaron con déficits y el equipo salió del concurso, para tener que pagar lo que debía, con cero euros en los bolsillos y sabiendo que los embargos de Hacienda y Seguridad Social iban a hacer imposible la continuidad. Con Morales de vuelta al mando y con Mateos tapando vergüenzas, en diciembre de 2002 se pagó la última nómina. Y ahí se acabó. El equipo deambuló por Segunda División, bajó de manera lastimosa y ahí entró en danza Javier Tebas, que había estado por cierto en el Xerez desde la época de Oliver, y el dinero por el descenso no llegó, la mano salvadora del Ayuntamiento ya no salió y Energy se caía con el equipo a Tercera.
Ricardo y los suyos hablaron pero no pusieron ni un euro, el equipo ya no deambuló, sino que se rindió ante la falta de recursos y cayó por segunda vez en su historia, la primera vez fue cuando nació en 1947, a las categorías regionales donde los aficionados le están dando ese aliento que todo enfermo necesita para seguir con vida, mientras se buscan unos responsables a los que, en su momento, se les dejó campar a sus anchas.
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