Ayer se celebró el 25N o el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, una efeméride que bien podría borrarse del calendario porque la causa que defiende no fuese necesario pedirla ni a gritos, ni entre sollozos. Sin embargo, pasarán algunos años antes de que las mujeres dejen de sufrir el maltrato cobarde, miserable y cómplice en la mayoría de los casos, de sus parejas, compañeros, maridos y amigos. Jaén, sus instituciones y administraciones se volcaron un año más en las reivindicaciones con mensajes de condena, desprecio, pero también de sensibilización, sobre todo para los más jóvenes, donde parece que arraigan comportamientos machistas más que preocupantes. El mensaje fue unívoco, de eso no cabe duda, pero sonroja y avergüenza que ni si quiera para reivindicar el fin de la violencia machista la sociedad jienense y sus representantes sean capaces de hacerlo con un único acto en el que participe todo el mundo y este día internacional, este 25N, no se convierta, como ha sucedido en los dos últimos días, en un rosario de denuncias y discurso por separado. ¿Qué importa aquí, que cada uno tenga su foto? ¿Ver quien es capaz de darse el puñetazo en el pecho más fuerte? El 25N debe tener un único acto que sume a toda la sociedad, instituciones y administraciones, o es que esto tampoco quieren verlo, señores.
Jaén
Una voz clara, pero desunida
El 25N debe tener un solo acto que sume a toda la sociedad, instituciones y administraciones, o es que esto tampoco quieren verlo, señores
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