Muy al contrario de la obviedad, “un relato puede tener mucho de trampantojo, que es una palabra muy fea para designar un concepto muy bonito: poner trampas a lo evidente”, explicó el autor que, entre otros premios, ha cosechado el Nacional y de la Crítica.
“A veces, en un relato se está contando algo para contar algo distinto; hay historias subterráneas, digamos”, y añadió: “En todo buen relato hay una historia previa que no se cuenta y una historia posterior que debe imaginar el lector y que acaba siendo tan importante”.
Por ese mismo motivo el autor lamentó que “la mayoría de los lectores no suele estar para tantas fiestas ni para tantas piruetas elípticas, de ahí que se prefiera mayoritariamente la lectura de novelas, sobre todo de ese tipo de novelas donde todo suele estar contado con pelos y señales”.
Precisamente, a Benítez Reyes le parece fundamental que “un relato tenga capacidad de reverberación en la conciencia o en la imaginación de quien lo lee; es decir, que, una vez leído, el relato continúe”.
“La verdad es que no dispongo de una teoría general del relato; tampoco creo que sea necesario”, confesó Benítez Reyes, para añadir: "me temo que cada relato exige una teoría concreta” al escribirlo.