Pasan los años y no hay solución para los residentes de Los Asperones. 28 años cumple este asentamiento chabolista que nació, paradójicamente, como un barrio provisional para acoger a los vecinos de otros antiguos núcleos chabolistas. Sus vecinos piden hoy lo mismo que antaño: dignidad.
Las paredes de las casas de Los Asperones no son de ladrillo. Son de un material parecido al corcho, según describen sus ocupantes, que atraen con mucha frecuencia, dicen, a unas ratas que parecen crecer por día y que conviven con ellos.
El ruido que hacen los roedores da miedo, un miedo que sumado al frío que penetra en sus chabolas con el mal tiempo, se traduce en temblores.
Allá por 1987, se levantó la barriada de Los Asperones. Era un núcleo poblacional de carácter provisional, que permitiría realojar a los vecinos procedentes de los corralones de las calles Martínez Maldonado, de Castilla y de Mármoles; además de las chabolas de Portada Alta y Estación de Perro, entre otras ubicaciones.
Actualmente, 28 años después, la situación no ha cambiado. Hay cerca de 300 familias, 1.000 habitantes en total, que continúan habitando aquellas viviendas provisionales que, cada vez, presentan un peor estado.
A día de hoy, Los Asperones es, por definición, un gueto de extrarradio, sin infraestructuras de ninguna clase y donde la venta de chatarra es la principal actividad de sus residentes.
Los que quedan conforman el 80% de la población que en su día se alojó en Los Asperones. Hay un 20% que ha acudido a los planes de desmantelamiento de barriadas chabolistas que ha puesto en marcha la Junta de Andalucía.
Estos planes consisten en dotar a estas familias de viviendas dignas a cambio de alquileres asequibles. Pero, la falta de recursos públicos de la Junta, para comprar o arrendar inmuebles y darles este fin social se ha sumado a la falta de trabajo de sus habitantes que, en Los Asperones, no tiene que pagar luz, agua ni alquiler, y que por tanto, se ven incapaces de afrontar económicamente esta mudanza.