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Miércoles 27/11/2024
 
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España

El Papa Benedicto reafirma la amistad con los judíos

Por primera vez en la historia, un Papa ofició el martes una misa al aire libre en Jerusalén, en un día en el que Benedicto XVI oró ante el Muro de las Lamentaciones, donde reafirmó el irrevocable compromiso de reconciliación con los judíos.

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  • El Papa Benedicto XVI oficia una misa en el valle Kidron o valle de Jesofad en Jerusalén. -
Por primera vez en la historia, un Papa ofició este martes una misa al aire libre en Jerusalén, en un día en el que Benedicto XVI oró ante el Muro de las Lamentaciones, donde reafirmó el irrevocable compromiso de reconciliación con los judíos; visitó la Explanada de las Mezquitas y reiteró el apoyo a los cristianos. 

En una jornada que tuvo tres momentos significativos, casi históricos, Benedicto XVI visitó tres lugares santos y venerados por los musulmanes, judíos y cristianos: la mezquita del Domo de la Roca, el Muro de las Lamentaciones y el Cenáculo, donde Jesús celebró la Última Cena. 

Además, celebró una misa en el valle de Josafat, en las faldas del Monte de los Olivos, otro lugar relacionado con la historia de la Salvación. 

Benedicto XVI también ha sido el primer pontífice en la historia que pisa –descalzo, como es preceptivo en la liturgia musulmana– la mezquita del Domo o cúpula de la Roca, el tercer lugar más sagrado del Islám y desde el que, según la tradición, subió al Cielo el profeta Mahoma. 

Ante el Gran Mufti (máxima autoridad religiosa musulmana) de Jerusalén, Mohamed Ahmed Husein, el Papa abogó por un “diálogo sincero para construir un mundo de justicia y paz para las generaciones venideras”. 

El Gran Mufti le pidió que “interceda para que cesen las agresiones contra nuestras gentes, nuestra tierra y nuestros lugares sagrados en Jerusalén, Gaza y Cisjordania”. 

Desde la Explanada de las Mezquitas, donde se erige el Domo de la Roca, el Papa se trasladó al Muro de las Lamentaciones –el lugar más sagrado para los judíos–, donde rezó durante unos minutos y colocó una petición, como acostumbran a hacer los judíos entre los intersticios de sus antiguas piedras, en la que pidió por la paz en Tierra Santa y Oriente Medio.

Después aseguró ante los Grandes Rabinos de Jerusalén que la Iglesia Católica está comprometida “de forma irrevocable” en el camino marcado por el Concilio Vaticano II para una “auténtica y duradera reconciliación entre cristianos y judíos”. 

Con esas palabras de que la Iglesia continúa por la senda del Vaticano II, el Papa quiso dar seguridades a los judíos, preocupados por su decisión de liberalizar de nuevo la misa en latín según el rito tridentino existente antes del Vaticano II. 

En ese misal, el Missale Romanum, se calificaba a los judíos de “pérfidos” y se incluía la conocida como “plegaría del Viernes Santo” en la que los católicos pedían que los judíos se convirtieran al cristianismo. 

Aunque la plegaria ha sido cambiada y ahora sólo se dice “recemos por los judíos”, estos consideran que la vuelta de la misa en latín daña las relaciones.

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