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Jueves 05/12/2024
 

Campo de Gibraltar

Concluye el Gibraltar Music Festival con récord de asistencia y actuaciones memorables

La locura de Madness da un paso más y Kaiser Chiefs se consagran

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  • Gibraltar Music Festival -

Cierre de puertas mucho más allá de la medianoche. 25.000 almas roncas que hoy hablan en susurros después de doce horas de darlo todo y de recibir más. El Gibraltar Music Festival 2015 (GMF) ya es historia y en ella el cincel grabará en mayúsculas Supersubmarina, Kaiser Chiefs, Madness, Kings of Leon…

Pareciera que el escenario principal del GMF les quedaba grande cuando los jienenses, beacienses por ser justos, de Supersubmarina se subieron a él y se encontraron de frente cientos de fans, muchas de las cuales esperaban pacientemente a que fuera el turno de sus ídolos británicos. Todo cambió al primer acorde. Dejaron su vena acústica para espectáculos como el de hacía 15 días en una batea gallega y subieron a tope el volumen de sus guitarras. Saludaron en inglés y se dedicaron, prácticamente sin pausa, a lo que mejor saben hacer. Las fans se rindieron y el resultado fue un auténtico concierto en ‘Tecnicolor’. Cumplieron lo que prometían en uno de sus temas: “Vamos a cantar hasta que no puedas más; vamos a cantar hasta que sangren tus oídos”. Posteriormente, tuvieron el detalle de conceder entrevistas a los medios.

No se puede estar en todo en un festival de estas características. Tres escenarios, más el Circus con actividades para niños, exigirían ser ubicuo para poder disfrutarlos al cien por cien. En el principal, Ella Henderson cambió el registro indie español por un soul arrullador que explicó a miles de personas por qué su autora tiene en su haber el single de debut que más rápido ha llegado al número 1 en Reino Unido. ‘Ghost’ sonaba mientras en los otros escenarios el público debía debatirse entre el rock yanito de Another Day tributando homenaje a Guns’n’Roses o viajar a Etiopía y conocer los orígenes del reggae de la mano de los portentosos Dub Colossus. Su sección de viento tardó en ser emulada esa noche. Pero lo de Madness es otra historia.

Seguía Ella Henderson contándonos historias de su ‘Chapter One’, cuando en el escenario de Radio Gibraltar al público le hacían conocedor de que Omar Samuel Pasley, OMI, había perdido la conexión aérea que lo traía a Gibraltar y que tendría que venir desde Málaga. Su concierto se posponía hasta la medianoche. En su lugar, la banda yanita Headwires tiró de oficio y salió al escenario sin repertorio preparado pero con quintales de talento.

En ese momento sonaba en el escenario Seaside ‘Entre dos tierras’. El homenaje Héroes del Silencio corría a cargo de los madrileños Hechizo. Con una venda en los ojos, indistinguibles del original.

No había casi tiempo para bajar por la tirolina, refrescarse un poco en los cañones de agua pulverizada o tomarse un perrito. Había que correr al escenario principal para escuchar a James Bay o quedarse en el de Radio Gibraltar para que el presentador de la GBC James Neish nos presentase a la estrella invitada al festival, Gabrielle, cantante británica de una ya dilatada carrera que comenzó a finales de los noventa, que tuvo su cima con un premio Brit  y que tuvo un parón durante un lustro en el cual se dedicó, como dijo, a ser “una buena madre”. Volvió al cumplir su hijo la mayoría de edad y ayer demostró que quien tuvo, retuvo.

James Bay, con cara de niño gamberro y su clásico sombrero, comenzó su actuación de forma sosegada, con sus temas más intimistas y sus influencias más soul. Fue creciendo conforme cantaba temas y el espíritu de Bruce Springsteen empezó a sobrevolar Gibraltar. El público no pudo hacer más que entregarse y cantar junto a él uno de sus grandes éxitos, ‘Hold back the river’, con el que terminó el recital.

Se respiraba ambiente de noche grande. El Peñón se desdibujaba tras la eterna nube de Levante y en la pantalla gigante aparecieron las palabras Kaiser Chiefs. Sus primeros veinte minutos fueron probablemente el momento más grande de esta edición del GMF, con el permiso de algunas estrellas quizá más brillantes, pero algo menos entregadas.

Es el tercer año que están sin uno de sus miembros fundadores, el batería Nick Hodgson, pero no parece echársele de menos. Ricky Wilson llena él solo el escenario, la cámara lo adora y sus fans no tienen nada que envidiar en capacidad de generar decibelios a las de Little Mix. Wilson, encomendándose solo a los brazos de un guardia de seguridad, se encaramó a la estrecha valla de protección, agarró el micrófono y mientras desgarraba un tema más ramoniano que otra cosa, firmó camisetas, lanzó el rotulador, berreó desde lo alto y solo le faltó soltarse encima de la multitud. Punk.

La organización tuvo el fantástico detalle de adelantar diez minutos la actuación de los Kaiser Chiefs y retrasar algo la del plato fuerte del escenario Radio Gibraltar. La puntualidad durante los dos días fue exquisita y ello permitió que varios miles se acercaran a presenciar lo que para muchos iba a ser un bautismo de fuego, pero para la mayoría, muchos entrados en la cincuentena, un baño de nostalgia y una vuelta a aquella cándida adolescencia por la que se brindó en Memorias de África.

“Ladies and gentlemen, here they are: Madness!” El público bramó y el saxo de Lee Thompson agarró ese sonido único que lo puede identificar entre cientos de instrumentos iguales. 18 temas en algo más de una hora. El público hubiera querido bailar una conga infinita, pero no se podía perder el sitio más cercano a estos músicos que el año que viene cumplen 40 años sobre las tablas, primero como The North London Invaders., luego como Morris and the Minors y desde 1978 ya como Madness. Puede que uno no sepa quiénes son los Madness, pero solo hasta que le tararean ‘Our house’ ‘One step beyond’ ‘It must be love’ o le deletrean ‘M-A-D-N-E-S-S’ para poner esa cara de “ya sé lo que me dices”. Allí, todos lo sabían.

Suggs combina el ritmo skatalítico con un espectáculo de humor junto al inseparable Thompson, que jugó con la pandereta y la toalla mientras el público disfrutaba como los niños pequeños que muchos eran cuando los escucharon por primera vez. La sección de vientos es simplemente genial y, tras un tributo fuera de programa a Bon Jovi con el ‘Livin’ on a Prayer’ (¡por un grupo de ska!), cayeron los grandes éxitos que han convertido a Madness en generador de himnos.

Dos bises dedicaron a la concurrencia, el que da nombre a su banda y ‘Night boat’ y tocó salir corriendo para ponerle broche a una jornada irrepetible.

Kings of Leon son una banda clásica de rock americano, eso sí, organizados con ciertos aires de grandeza. Unas diez mil personas disfrutaron de una hora y media de concierto memorable en el que demostraron por qué son en la actualidad una de las grandes bandas de rock del mundo. Cantaron temas de su nuevo disco pero también otros que les encumbraron como ‘Use somebody’ y ‘Sex of fire’, con la que cerraron su actuación ante la siempre atenta mirada de la nube de Levante, encepada al Peñón, donde aún sigue esta mañana.

Han sido más de 60 espectáculos. Cientos de horas de música y entretenimiento. Seguro que 25.000 visitantes. Cientos de miles de perritos, hamburguesas, pizzas, cervezas y refrescos. Y, sobre todo, millones de recuerdos para un evento memorable que solo será superado, al tiempo, por el Gibraltar Music Festival 2016.

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