Únicamente un contratiempo de última hora que sin duda, desataría uno de los mayores ridículos que se recuerdan, evitaría que se celebrara una de las Juntas de Accionistas más esperadas en mucho tiempo en el Betis.
Y es que el gobierno de la entidad verdiblanca se decidirá a golpe de voto; con la diferencia de que en un de los bandos, se maneja una ventaja más que considerable que, salvo una subida radical, es suficiente para coger el mando del club de Heliópolis.
Una suma accionarial con la que cuenta Manuel Castaño, dada la inestimable ayuda de quien parece, recuperará tras cinco largos años todo su poder en la institución bética. Pues Manuel Ruiz de Lopera, está dispuesto a cobrarse todas las víctimas habidas y por haber, una vez haya implantado las bases (ya veremos si permanentes o temporales), de su nuevo Betis.
En la otra esquina del ring, la coalición de José Miguel López Catalán y Ángel Haro, se presentan con aires innovadores, la figura de Juan Carlos Ollero como presidente y toda una mayoría de peñas y accionistas minoritarios que no desean ver a Lopera al mando del barco verdiblanco.
Una línea de continuidad y de estabilidad, que el pasado mes de diciembre se constituyó con un nuevo y renovado consejo de administración y desde el que se tomaron decisiones, que a día de hoy, han beneficiado objetivamente en lo deportiva y en lo económico al club tras el desastre sufrido al consumarse el peor descenso que se recuerda.
