El domingo todos estuvimos, de una u otra manera, pendientes de los comicios catalanes. Se elegía la nueva composición del Parlamento de la comunidad, pero obviamente detrás quedaba el rescoldo de lo que esos resultados podrían dar de sí el día después, fundamentalmente por lo que al movimiento independentista hace referencia. Sinceramente yo veo en todo este meollo un afán económico, más allá de pedir realmente la escisión de este país que se sigue llamando España, aunque no es menos cierto que nadie puede obviar que dos millones de personas han votado a una apuesta por la independencia. Eso está ahí y no se puede mover, porque nadie puede cambiar los sentimientos de las personas. Con la realidad presente, no es menos cierto que Mas, que ha sido quien ha movilizado al electorado, puede ser el gran perdedor porque para que su coalición gobierne es necesario el apoyo de los diez escaños de CUP y los anarquistas no quieren a Mas, aunque Mas ha dicho que “entre los acuerdos que hay de Junts pel Sí es que a mí se me propondrá como presidente de la Generalitat” y Raül Romeva insiste que “es lo que hemos pactado y seguirá adelante”. Y si se sigue hacia adelante de qué manera y cómo se va a pactar con un CUP que quiere incluso la salida de Cataluña del euro. La realidad es que no sé qué va a ocurrir, aunque soy consciente de que lo que ha ocurrido en Cataluña va a mover los cimientos de España y que la reforma de la Constitución puede estar más cerca que lejos y que esa tendencia que, desde hace tiempo, se alimenta de ir hacia un estado federal se podría ir acercando si no de un modo inmediato, sí en un tiempo más o menos mediato y serán las generales de fin de año las que tendrán que decir qué partido o qué partidos son los que se tienen que comer el marrón del hecho catalán que, desde aquí, al sur del sur de Europa, se ve con escepticismo, cuando no con temor por aquello de que las prebendas que se le puedan terminar otorgando a la Administración catalana terminen yendo en detrimento de las otras autonomías y, por ende, de Andalucía. Confiemos en que todo se desenvuelva dentro de la estabilibidad.
Jerez
El hecho catalán desde Jerez
El hecho catalán se ve desde el sur del sur de Europa con esceptismo, cuando no con temor por aquello de las prebendas a Cataluña
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