Esta noche, a las ocho y media, dará comienzo en el escenario del Espacio Turina, situado en calle Laraña 4, un sentido homenaje de recuerdo al recientemente desaparecido Ramón Plantón, un sin techo sevillano que dejó una profunda huella en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y disfrutar de su indudable arte.
Ramón ya no está entre nosotros pero su legado intangible queda bien presente en los muchos vecinos y visitantes del barrio de la Alameda de Hércules, donde solía pasar sus días, cantando y haciendo felices a los que se paraban para escucharlo.
El Espacio Turina, con la ayuda de ICAS, el Ayuntamiento de Sevilla y de Rafael, hermano de Ramón, han organizado este homenaje en el que participaran artistas flamencos de la talla de Farruquito, Remedios Amaya, Guillermo Manzano, José Caraoscura, José Romero, Enrique Extremeño, Pepe Torre, Javier Heredia, Joaquina y Luis Amaya, Rafael el Cable o El Maero, entre otros. También estarán presentes los guitarristas Antonio Moreno, Manuel Brenes, Eugenio Iglesias y Juan Moreno.
Ramón Plantón dejo tras de sí una hija, llamada Rosana, madre soltera y que actualmente vive en una casa de acogida. Para ella irá destinada toda la recaudación que se consiga lograr en el homenaje de hoy. La finalidad de este acto es que por fin, Rosana, pueda abandonar su actual residencia, empezar a trabajar y alquilar un pequeño piso, donde poder vivir con su retoño una vida normal.
La familia de Ramón aseguró a este periódico que están muy contentos por la acogida de este homenaje y, sobre todo, porque, por fin, Rosana podrá salir de su actual situación.
El evento será un rotundo éxito, ya que las entradas están prácticamente agotadas, aunque aún quedan algunas a la venta que pueden adquirirse, también, en el Teatro Lope de Vega, que se ha sumado a las instituciones colaboradoras del homenaje.
Los que lo conocimos, sabemos de la gran categoría humana de Ramón, un auténtico trovador del siglo XXI, una persona sin pretensiones económicas, que no solía cobrar por sus actuaciones callejeras y que vivía de la buena voluntad de cientos de sevillanos. Entre ellos cabe destacar a Curro Durán, su gran amigo, con el que pasaba las fiestas navideñas y con el que compartía largos ratos en el bar Casa Matías, donde trabajaba y donde solía ofrecerle a Ramón un plato de comida, siempre que era posible.
Ramón eligió su forma de vivir y siempre fue consciente de su situación. Quizá por ello su actitud ante la vida era de bondad y buen talante. Cantar, y dormir, bajo las estrellas y hacer feliz a la gente fue su elección.
Muchos de sus amigos aseguran que era un auténtico ángel, un bohemio, un cantaor, guitarrista y bailaor que estaba pasado de compás, como afirma José Caraoscura.
A La Alameda le falta algo desde que Ramón se marchó para no volver. La calle Feria, el Mercado, el bar Kilo de Higos, la Taberna del Corto maltés y tantos establecimientos alamederos por los que pasaba echarán de menos a este gitano elegante y artista por los cuatro costados.