Constantin Costa-Gavras, afamado director de cine y guionista, es desde este viernes el tercer cineasta, tras Carlos Saura y Luis García Berlanga, en obtener el doctorado honoris causa de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en reconocimiento a toda una vida combativa emprendida desde el cine.
"Este galardón concluye, sin duda de manera magnánima y también impresionante para mí, mi relación con España, una país que ha estado presente de forma directa o indirecta durante gran parte de mi vida profesional y privada. Les agradezco desde lo más profundo de mí mismo este bello regalo", ha dicho el cineasta.
El octogenario director, que ha comenzado su discurso hablando en castellano, ha repasado su vida entre toques de filosofía, citas a compañeros artistas y cineastas y mostrando su sentido del humor, como en el momento en que ha lanzado un "¿Me lo dices o me lo cuentas?", una de sus primeras frases aprendidas en España, provocando las risas del auditorio.
"En 1960 llegué a Torrevieja, en Alicante, como asistente de director, y no hablaba español, pero lo intentaba. Al cabo de unos días, la 'script' vino a decirme que los trabajadores querían partirme la cara porque no había forma de entenderme y no podían hacer su trabajo. Tuve que pedir ayuda", ha recordado.
En un acto celebrado en el Paraninfo que la UCM tiene en el centro de Madrid, el anciano y lúcido cineasta ha repasado su vida a grandes trazos, en los que no han faltado alusiones al cine como espectáculo y como "máquina de pensar".
"Ingmar Bergman decía que había que hacer pensar al espectador, pero también cautivarle, y ése es también uno de mis principios", ha señalado el creador de "La caja de música" (1989), para, en otro momento, asegurar que "el cine debe decir qué papel quiere en el siglo XXI, si ser arte o apostar por la rentabilidad".
Con apenas 35 años, Gavras consiguió el éxito internacional por su película "Z" (1969), una mezcla de cine y política que le valió, además de un Óscar a la mejor película extranjera, un nombre propio para su modo de hacer cine: el paradigma Costa-Gavras.
Hoy ha recordado a su amigo "hasta el final" Jorge Semprún, coguionista de esta película, que le ayudó en los felices años sesenta parisinos a "estructurar" su "comprensión del movimiento político" que se preparaba para el 68 "y su repercusión en los años que vendrían después".
Semprún "siempre daba en el clavo con sus análisis de la sociedad; nunca -ha dicho Gavras- dejó de ser un hombre con las ideas muy claras sobre la crisis, los movimientos ideológicos y el poder de la humanidad".
Gavras, cuyo nombre de origen es Konstantinos Gavras, ha recordado que nació en una pequeña familia griega en un entorno proletario y, para él, "la única oportunidad de futuro era EE.UU., donde prometían la riqueza automática; Alemania, donde el trabajo estaba asegurado; o Francia, donde los estudios eran gratuitos".
A los 19 años se fue a la Sorbona con mucho esfuerzo, ha contado, y allí no sólo aprendió a escribir sino que, por primera vez en su vida, se sintió "como un ciudadano respetado, digno de serlo y preparado para el futuro".
"En París descubrí que el cine era una extraordinaria invención; allí trabajé como director de escena y acabé mi etapa de aprendizaje. Fui aceptado por el cine francés y decidí quedarme. Si Grecia es mi madre, Francia es mi pasión", ha resumido el ganador de otro Óscar por el guión de la película "Desaparecido" (1983).
El concienzudo cineasta ha contado que, tras controlar la técnica, "enseguida" comprendió que lo esencial no era utilizar la cámara, sino ponerse en el lugar de "lo que ven los espectadores".
En la "laudatio", que hizo el profesor de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la UCM, José Antonio Jiménez de las Heras, "fan de Gavras desde pequeño", según ha dicho, ha considerado que Gavras "nunca perderá la capacidad de indignación moral", porque "la obra y su autor nunca se casan con nadie".