Tres meses después de la entrada en vigor del acuerdo de devolución entre la UE y Turquía son pocos los refugiados que entran ya en Grecia, pero también pocos los que salen, y todo apunta a que la mayoría de las 60.000 personas atrapadas en suelo griego permanecerán por mucho tiempo.
Hasta el momento los países de la Unión Europea (UE) tan solo han acogido al 1 % de los 160.000 refugiados que prometieron reubicar desde Italia y Grecia hasta septiembre de 2017.
Al mismo tiempo, de los más de 8.000 refugiados que llegaron a las islas griegas desde el 20 de marzo, tan solo han sido devueltos a Turquía en torno a medio millar, casi todo personas que no solicitaron asilo.
El Gobierno griego empieza a asumir que su país ha dejado de ser un mero lugar de tránsito para convertirse en destino final para miles de personas que han huido de la guerra con la esperanza de poder forjarse una nueva vida en algún país europeo.
No querían quedarse en Grecia. Saben que es un país que vive una nueva ola de emigración económica, con muchos jóvenes buscando, igual que ellos, un futuro mejor en Alemania.
Pero la falta de interés de los socios europeos en asumir sus respectivos compromisos de acogida, ha forzado al Gobierno heleno a asumir la situación y empezar a hacer planes a medio y largo plazo.
"Si se parte de los compromisos adquiridos por los Estados miembros de la UE, teóricamente todos los refugiados hubieran podido ser reubicados, pero la realidad nos hace creer que muchos se quedarán en Grecia" por mucho tiempo, reconoce a Efe Yórgos Kyritsis, portavoz de la gestora gubernamental para la crisis de refugiados.
Por ello y ante el comienzo de la temporada turística, el Gobierno comenzó hace algunas semanas a reubicar internamente a las miles de personas que vivían en campamentos improvisados como el de Idomeni, en la frontera con Macedonia, que en los pasados meses se había convertido en la fotografía del fracaso de la política de migración europea.
Poco a poco todos los migrantes y refugiados repartidos por el territorio continental están siendo trasladados a centros organizados, en buena parte antiguas instalaciones militares, donde alejados de las miradas, continúan malviviendo con los escasos recursos que se les ofrecen.
En los nuevos centros, en muchos de los cuales su único techo siguen siendo tiendas de campaña, los refugiados pueden entrar en el proceso de registro que les permitirá renovar sus caducados permisos de estancia de 25 días y entrar en el proceso de solicitud de asilo, la única forma que les permite acceder, al menos en teoría, al programa de reubicación.
Según Kyritsis, una vez que se hayan vaciado el resto de campamentos provisionales -queda algo mas de un millar en el puerto del Pireo y varios miles en las instalaciones deportivas en torno al antiguo aeropuerto de Atenas- se habrá "resuelto provisionalmente" el problema de la acogida.
"A partir de septiembre, con la distribución proporcional en nuevos centros y con la posibilidad de alojar a algunos en hoteles y en casas comenzará la fase a medio plazo que no podemos de momento evaluar cuanto tiempo durará, todo dependerá del ritmo de la reubicación y del examen de las demandas de asilo", explica.
La falta de perspectiva de poder reunirse con sus familias en algún punto de Europa o forjarse un futuro en algún país comunitario, sumado a la imposibilidad de encontrar un trabajo aquí está haciendo crecer el número de sirios dispuestos a retornar a su país.
El problema es que ninguna autoridad les puede ofrecer una vía segura de retorno porque los gobiernos y las autoridades internacionales no tienen permitido devolver a personas a países que no son considerados seguros.
"Los sirios no pueden acogerse al programa de retorno voluntario, porque nadie puede garantizar su seguridad en Siria", explica a Efe Cristina Nikolaidu, responsable de comunicación de la Organización Internacional de Migraciones en Grecia.
Solo los sirios que se encuentran actualmente en las islas y por tanto llegaron después de suscribirse el acuerdo de devolución UE-Turquía pueden regresar al país vecino, pues el pacto contempla que por cada refugiado devuelto, uno será reasentado en algún país europeo, triste opción a la que por ahora se apuntan pocos.
Mientras, el Gobierno está preparando un programa escolar para que a partir del nuevo curso, los miles de niños refugiados, alejados de los pupitres desde hace meses o años, puedan recuperar un mínimo de normalidad.