La muerte de una niña de 12 años de un coma etílico tras haber ingerido grandes cantidades de alcohol durante un botellón en su municipio, San Martín de la Vega, en Madrid, ha vuelto a poner en evidencia la peligrosa relación de los menores con el alcohol y la necesidad de retrasar lo máximo posible el inicio del consumo de bebidas alcohólicas entre este colectivo tan vulnerable. No obstante, aunque hayan saltado todas las alarmas, en Proyecto Hombre son más partidarios de analizar la coyuntura actual con la que conviven adolescentes y jóvenes para seguir ahondando en el modelo educativo y familiar y evitar que casos “excepcionales” como el ocurrido la pasada noche de Halloween vuelvan a tener cabida.
En el centro para la prevención y el tratamiento de las adicciones saben bien de lo que hablan. Desde hace años desarrollan el denominado programa Proyecto Joven para tratar a chicos entre 13 y 21 años con problemas de adicción a las TIC (incluido los móviles), las drogas, el alcohol o que presentan una conducta problemática sin necesariamente ser consumidores. Los datos hablan por sí solos, pues si en 2014 se atendieron a 59 jóvenes, en 2015 se pasó a los 72 jóvenes mientras que en lo que va de año ya han pasado por las instalaciones 80, por lo que el director de Proyecto Hombre, Luis Bononato, prevé que la cifra final ronde el centenar.
Acuden acompañados por la familia tres veces a la semana y en algunos casos derivados de los mismos centros educativos y suelen estar una media de nueve meses, sin llegar casi nunca al año. Que reciban el alta antes o después depende de la evolución personal de cada uno de ellos. Bononato lo tiene claro: la realidad de los últimos años obliga a “seguir poniendo énfasis” en el modelo educativo, tanto en los centros de enseñanza, como en sus hogares a la hora de ser referentes y transmitirle valores en positivo.
¿Hay algún secreto?Todo lo contrario. No se trata de reinventarse ni de optar por fórmulas complejas, sino de “dar el mensaje de otro tipo de diversión” ya que, “desgraciadamente el tiempo libre se asocia a la diversión y esta se relaciona con drogas y situaciones de violencia”, señala. En esta problemática, la referencia de los padres es fundamental a la hora de convertirse en transmisores de valores positivos desde las edades más temprana posibles poniéndolos en contacto con colectivos como los scouts, asociaciones ecologistas, deportivas, etc.
Una adolescencia “muy sana”
Lejos de lo que pueda parecer, a Bononato le gusta resaltar que hay una parte de la adolescencia actual, que además es la mayoritaria, “muy sana y de la que no hablamos” que pertenecen a estos grupos de ocio alternativo y saludables y que son los modelos de jóvenes a seguir y a poner sobre la mesa, aunque el “morbo” haga que los casos mucho más reducidos de jóvenes más complicados se impongan a lo que vemos a diario.
Para estos últimos casos, desde Proyecto Hombre tienen claro que posponer “lo máximo posible” el coqueteo de los adolescentes tanto con móviles, consumo de sustancias y alcohol será “un factor de protección” para los menores y por ello la misión de sus padres es trascendental. “Cuanto más tarde demos permiso a nuestros hijos para hacer botellón, marcándoles unos horarios más oportunidad tendremos de seguir estando con ellos para que estén en otros ámbitos en los que se fomenten otros valores que no sean los de beber en la calle y alejarlos así de “factores de riesgo”.
A juicio de Bononato, tan factor de riesgo es el botellódromo, donde por cierto no se fomenta ninguna medida de ocio alternativa que no sea beber alcohol en su interior, como la accesibilidad del alcohol. Una cuestión esta última que también está en boca de todos después de que la chica fallecida y su grupo comprasen las bebidas a través de un adulto. “Hay que intentar poner barreras a lo que podamos y controlar las tiendas donde se venda alcohol y no se pida DNI”. Estos riesgos externos que llegan de la mano de la sociedad sumado a la desinhibición total propia de los más jóvenes al no medir las consecuencias de sus actos “multiplica” los riesgos de desencadenar una relación complicada con el alcohol y situaciones de violencia juvenil.
El botellódromo, en el punto de mira
El Ayuntamiento anunció recientemente que se estaba planteando limitar la apertura del botellódromo a las temporadas del año de más afluencia de jóvenes (invierno) para ahorrar en costes e ir apostando por otras fórmulas de ocio alternativas. Un planteamiento que en Proyecto Hombre ven positivo. “Hay cosas que van a ayudar siempre, pues si abre 200 días al año, ya son más factores de riesgo que quitan”. Eso sí, Bononato tiene claro que su clausura definitiva tampoco acabará con los problemas. “Siempre va a haber otros factores que van a influir”, manifiesta.