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Sevilla

Enigma, la máquina que Hitler le dio a Franco para encriptar mensajes

La Casa de la Ciencia de Sevilla recibe La pieza, de gran valor histórico, que formó parte del primer lote de diez cifradoras que llegaron a España

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  • Enigma, la máquina -

El Museo Casa de la Ciencia de Sevilla acoge en su exposición temporal 'Érase una vez... la informática', hasta el 30 de julio de este año, una pieza considerada de gran valor y que hasta ahora permanecía en el Museo Histórico Militar de la capital hispalense: un ejemplar de la máquina de cifrar Enigma, desarrollada por los ingenieros Arthur Scherbius y Richard Ritter para la encriptación de mensajes y una de las primeras diez que la Alemania nazi facilitó en noviembre de 1936 al Gobierno sublevado del general Francisco Franco.

En la presentación de la máquina han participado el coronel Alberto González Revuelta, director del Museo Histórico Militar de Sevilla; el delegado institucional del CSIC en Andalucía, Miguel Ferrer; y el comisario de la exposición y especialista en la Historia de la Informática, Francisco Arnanz.

En el marco de la problemática de la privacidad de los mensajes, Ferrer ha expuesto que Enigma constituye un "magnífico" ejemplo del desarrollo tecnológico para permitir que un determinado texto pudiera llegar a su destinatario, "y no a todos".

Siempre bajo la premisa de proteger los bienes muebles patrimonio adscrito al Ministerio de Defensa, pero estableciendo asimismo una línea de colaboración con museos y colecciones museográficas, el coronel González Revuelta ha explicado cómo esta máquina, cuyo ejemplar en Sevilla está identificado con el código A-1234 y cuya primera aparición se da en Berna (Suiza) con fines comerciales --el Gobierno alemán pronto constató el potencial de esta tecnología encriptadora--, se adquirió, en una de las primeras experiencias bélicas de la máquina, para ser utilizada por el bando sublevado en sus comunicaciones entre el Cuartel General en Salamanca, las diferentes unidades militares y dos representaciones en el exterior, Roma y Berlín. La idea era evitar que las fuerzas del Gobierno legítimo de la República descifraran los mensajes telegráficos emitidos en el marco del avance hacia la toma de Madrid.

No fue hasta diciembre de 1938 cuando recaló en Sevilla, asignada al Ejército del Sur; posteriormente, en julio de 1939, pasó al Estado Mayor de la Segunda Región Militar en Sevilla. Desde entonces este ejemplar ha permanecido en la ciudad y actualmente forma parte de la colección estable del Museo Histórico Militar hispalense.

Para entonces, el uso de esta maquinaria ya se había generalizado entre las fuerzas de tierra de la Wehrmacht, la Kriegsmarine (Armada) y la Luftwaffe (aviación) germanas, para posteriormente, ya con el estallido de la II Guerra Mundial, expandirse hasta las fuerzas de seguridad del III Reich y la Gestapo: había más de 30.000 unidades en el ejército alemán.
DESENCRIPTACIÓN

Así, la capacidad enviar y recibir mensajes de los aliados se vio más limitada hasta que en 1941 la Royal Navy capturó el submarino alemán U-110 --a cuya tripulación del fallaron las cargas explosivas para hundirlo-- y pudo hacerse con una máquina Enigma y, lo que es más importante, con el libro de claves.

En este sentido, una de las principales relaciones entre Enigma y la ciencia de la Informática viene a través de un nombre, el célebre matemático, lógico, filósofo y criptógrafo británico Alan Turing, cuya figura se aborda en la exposición como un protagonista fundamental en la Ciencia de la Computación.

Turing trabajó para los servicios secretos británicos durante la II Guerra Mundial en Bletchley Park, una mansión victoriana que en realidad era una instalación militar donde una legión de especialistas en Criptografía, en su mayoría mujeres, trabajaba, entre otros temas, en el proyecto de 'romper' el código de la máquina utilizada por los nazis. La experiencia adquirida por el matemático británico, en cuyo equipo también participaba la criptoanalista británica Joan Clarke, pudieron formar parte del bagaje de conocimientos que años después le permitieron diseñar algunos de los primeros ordenadores.

Enigma daba la posibilidad de encriptar con más de un billón de combinaciones: el trabajo a la hora de desencriptar los códigos fue tan importante que, según aseguró Winston Churchill, ello posibilitó acortar en casi dos años la duración de la guerra.

Posteriormente, Arnanz ha realizado un taller de cifrado utilizando un dispositivo de propio diseño que, a manera de juego, ejemplifica el funcionamiento de los rotores de una máquina Enigma. Los interesados podrán adquirir estos juegos para trabajar con ellos en casa o en el salón de clases.

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