Más de 13.000 personas disfrutaron ya durante el primer mes de la exposición Goya-Ensor. Sueños al vuelo, en la que se reúne por primera vez en España los grabados de dos grandes maestros como fueron Francisco de Goya (1746-1828) y el pintor de origen belga James Ensor (1860-1939), unidos por una visión crítica, irónica y despiadada de las sociedades que plasmaron en imágenes fantásticas y grotescas que podrán visitarse en la Sala Noble del Museo Carmen Thyssen Málaga hasta el próximo 28 de enero.
Un total de cuarenta grabados del aragonés y doce aguafuertes y una litografía del pintor belga
sumergen al espectador en un mundo onírico que lo traslada a otros mundos. Las estampas de Goya
pertenecen a dos de sus series más reconocidas, ‘los Caprichos y ‘los Disparates’, entre los que se
encuentra su conocida obra ‘Los sueños de la razón producen monstruos’ de 1799. Los temas
recogidos son variados, pero toman protagonismo los relacionados con la brujería, el cortejo, las
convecciones sociales y la muerte, junto a otros de difícil interpretación.
En las obras expuestas, Goya consigue una ambientación nocturna en las escenas mediante el uso
del aguatinta, técnica con la que modernizó el procedimiento del aguafuerte y que le permitía a su vez crear escenarios oscuros y atmósferas misteriosas, donde las pesadillas cobran vida e inundan de temor la mente del hombre.
Por su parte, Ensor es uno de los pintores más reconocidos de la tradición belga, es un autor
inclasificable. Familiarizado con el mundo de las máscaras que se vendían en la tienda familiar para
el carnaval de Ostense, Ensor creó también un mundo oscuro, irónico e inquietante que lo vincula de
forma directa con el artista aragonés.
Pero a pesar de ser autores de “sentimientos universales”, cada uno es representativo de su época.
Goya fue el pintor del individuo, de sus temores y del enfrentamiento entre iguales; mientras que Ensor lo fue de la turba y la multitud. Los rostros de los personajes de Goya, embrutecidos por la guerra y la maldad, se convierten en máscaras, pero las de Ensor tienen vida propia y suplantan losrostros.
Para el maestro español la intención de estos grabados era didáctica, pretendía combatir los vicios humanos mostrándolos de forma descarnada. Sin embargo, en el pintor belga existe un deseo de provocación y una complacencia, a veces con un matiz tragicómico, por mostrar lo macabro y escatológico, el desorden y la locura colectiva como paradigma de los nuevos tiempos.