En mitad del debate por la peatonalización y la reordenación del tráfico de algunas de las zonas más sensibles del mapa de Sevilla, otro planteamiento todavía más potente ha venido a irrumpir con fuerza al respecto: la posibilidad de restringir la circulación en el centro, o incluso en mayor medida, en base a determinados criterios.
Los resultados del barómetro socioeconómico de Sevilla, presentados este martes en la sede de la Cámara de Comercio por el Centro Andaluz de Prospectiva y la Fundación Cámara Sevilla, elevan el debate sobre la movilidad sostenible a una nueva etapa con nuevos escenarios que, muy probablemente, el gobierno municipal se tenga que ver obligado a estudiar.
Según el sondeo, el 74,2 por ciento de los sevillanos está “de acuerdo” con prohibir el tráfico en días de alta contaminación a los vehículos con mayores emisiones de gases. Respecto a la posibilidad de cerrar la circulación en el casco histórico salvo para los residentes, el 70,6 por ciento de encuestados la apoyaría.
Por matrículas
En la misma línea, el respaldo al fomento del transporte público (72,5 por ciento) y de la red de bicicletas (72,1 por ciento) se presentan como las otras dos grandes reivindicaciones de los ciudadanos, seguidas de la implantación de tasas para acceder al centro y a zonas de alta contaminación (26,6 por ciento) o incluso la de determinar turnos de acceso según las matrículas (25 por ciento).
Los datos son lo suficientemente contundentes como para apreciar un cambio en la percepción y preocupación que la ciudadanía ha adquirido sobre la cuestión del medio ambiente y los efectos del tráfico sobre la ciudad. Y, por lo tanto, también como para que el gobierno municipal los tome en consideración.
La nueva tendencia retoma la senda que marcó el viejo Plan Centro derogado por Juan Ignacio Zoido al poco de llegar a la alcaldía, un sistema que preveía el control del acceso con cámaras, que costó a las arcas municipales casi 900.000 euros y que fue descartado, entre otros motivos, por la falta de apoyo por parte de los comerciantes a restringir el tráfico en el centro en plena crisis económica.
El plan centro
El hoy alcalde, Juan Espadas, abogó entonces por presentar diferentes propuestas para mejorar dicho proyecto, al considerar que, de no hacerlo, Sevilla se colocaría “a la cola de las ciudades europeas”, y que si ahora se hiciera un referéndum, “los ciudadanos dirían por mayoría que están satisfechos con el plan”.
Ahora, los datos que arroja el barómetro parecen apuntar, efectivamente, en esa misma dirección. Las restricciones que el Ayuntamiento podría replantear no serían, sin embargo, novedosas, en tanto en cuanto ya se vienen aplicando en otras grandes ciudades españolas, con Madrid a la cabeza.
Su alcaldesa, Manuela Carmena, viene desarrollando un intenso plan de medidas para contener la contaminación en la capital. De hecho, una de las novedades que pretende aplicar ahora es que cuando se sucedan dos días seguidos en los que se supere el nivel naranja de contaminación (180 microgramos por metro cúbico de NO2) o haya uno en el que se llegue al tope (nivel de aviso, 200 microgramos) se cierre el perímetro central a coches sin etiqueta ambiental de la DGT, lanzada en 2016 para vehículos eléctricos, híbridos, de gasolina matriculados después de 2000 y de diésel matriculados después de 2006.
El protocolo se aprobó en enero de 2016. Hace un año, Carmena avisó de que aplicaría las medidas progresivamente. Incluso en la Gran Vía, una de sus principales arterias, se van a reducir los carriles de tráfico rodado para poder ampliar la zona peatonal. Un recurso que por ahora, en Sevilla, queda lejos.