Tras dos décadas en el teatro acompañando a los hombres y mujeres que han dirigido las obras que ha escrito, el reconocido poeta y dramaturgo jienense Alberto Conejero (Vilches, 1978) se ha lanzado a la dirección con una obra, ‘La geometría del trigo’, que se acaba de estrenar en Madrid y que se ha convertido en algo más que un texto, siendo en la actualidad su vínculo con esta tierra, su obra más personal y jienense. “Mi vínculo con el texto no es sólo artístico. El teatro ha sido muy generoso conmigo estos últimos años y sentía que debía devolverle algo en esta obra, que nace en Jaén, sucede en Jaén y tiene como uno de los objetivos que la mirada de los espectadores de todo el país se dirijan a Jaén”, reconoce.
El director vuelve al Centro Dramático Nacional tras 'La piedra oscura'. Han pasado cinco años y en este tiempo ha vivido “las alegrías y turbulencias de tener una visibilidad en el oficio”, reconoce el Premio Max de teatro en 2016. “El del dramaturgo es un oficio invisible y traspasar esa zona de invisibilidad es una alegría porque implica que hay un público y actores que te cuidan y esperan, pero también hay cierto ruido, que tiene que ver con la opinión y más en una época en la que todos opinan de una forma muy grandilocuente”, afirma. Ante esta situación, intenta “no hacer demasiado caso ni a los halagos excesivos, ni a las críticas muy dolorosas, ya que pueden aplastar a un creador”.
Él se considera un “creador jienense y un dramaturgo vilcheño” y asegura que hay que sentirse “orgullosos” del talento de Jaén. “Una provincia es también un estado de ánimo y siempre estamos a tiempo de cuidarlo. Hay que persistir y reclamar de un modo activo. La queja puede ser un lugar muy reaccionario. Hay que arriesgarse, aunque las circunstancias serán siempre difíciles. Uno tiene que auparse en su profesión y reclamar desde el trabajo y desde la alegría de amar el teatro”, dice.
“La gente del teatro son embajadores de nuestra cultura. El teatro no es un entretenimiento baladí, sino algo que necesitamos como sociedad, nos obliga alegremente a convivir los uno con los otros. El teatro es de los pocos espacios en los que nos seguimos reuniendo y eso es un acto radical y de resistencia. Nos obliga a preguntarnos cómo estar mejor juntos. Ésa es la potencia del teatro”, valora.
Con ‘La geometría del trigo’ hace un viaje de Cataluña a Andalucía, con el paisaje minero entre Linares y Vilches, la emigración, la crisis del sector minero y la transformación de la provincia jienense desde la transición hasta hoy como telón de fondo. “El paisaje de esta obra se podría recuperar como lugar de memoria y turístico”, defiende.
El acento andaluz forma parte de la poética de la pieza, que está atravesada de recuerdos de su infancia. “Todos los escenarios descritos son en mi pueblo. Es la obra más íntima”, explica.
El salto a la dirección no ha estado exento de miedos. “La dirección ha sido un salto y lo digo con un vértigo alegre. El envite no es pequeño, pero prefería tirarme por el acantilado”, reconoce al escribir, producir y dirigir una obra con la que ha dado vida a su productora, ‘Teatro del Acantilado’. “Sentía que me estaba asomando a un lugar muy hermoso, pero que me podía caer”, confirma.
Licenciado en Dirección de Escena y Dramaturgia por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, reconoce que en el teatro “siempre se está empezando” y que en cada obra “te la juegas”. “Producir teatro en este país es casi suicida. Hoy, tener seis actores en un escenario es casi un milagro”, confirma. Ahora piensa en girar por todo el país y llegar a Jaén, de la mano de la Diputación, que coproduce ‘La geometría del trigo’. Estará en el ‘ Jaén en Escena’. “Esta obra va a tener en Jaén una resonancia única”, espera.
La dirección le ha hecho descubrir las “posibilidades infinitas de la escritura” y lo más emocionante ha sido descubrir la obra tras haberla escrito. “No imaginé la obra así y el viaje humano que he realizado con ella ha sido un regalo”, afirma. Nunca ha perdido el contacto con esta provincia. Estando en Jaén conoció que era uno de los candidatos al premio Valle-Inclán por la obra ‘Todas las noches y un día’. “Me siento profundamente jienense y vilcheño. El teatro ha hecho que mi vínculo con esta provincia se acreciente”, dice.
Es la segunda vez que se relaciona con su tierra a través del teatro. La primera ocasión fue con ‘Los días de la nieve’, a través de Miguel Hernández. “Entiendo el teatro como una manera de cuidar mi vínculo con esta tierra”, termina Conejero.