“Parece que estamos en otra ciudad. Aquí la dejadez que hay es extrema”. Son manifestaciones de vecinos de la calle Santa Jesusa, situada en la barriada San José Obrero, a pocos metros del colegio público al que da nombre este barrio y una guardería, y en el entorno del conjunto residencial Villa Jardín. Transitar por esta vía, repleta de barreras arquitectónicas, tanto por un acerado mínimo, levantado y lleno de vegetación, como por los bordillos sin rebajar a la altura de pasos de peatones incluso, es una odisea para los residentes de este barrio, con el agravante de que la mayoría son personas mayores, con lo que muchos de ellos tienen problemas de movilidad reducida. “Hace poco un vecino mayor se cayó y se echó la cara abajo”, comenta otro vecino que se ha criado en esta calle y vive con la intranquilidad de que cualquier día a sus padres les ocurra lo mismo.
Según relatan a Viva Jerez, en 2017 contactaron con la asociación de vecinos La Prosperidad, de San José Obrero, para que trasladara las carencias al Ayuntamiento, pero ante la falta de actuación, optaron por hacerlo ellos mismos a través de la APP “Jerez Actúa”. Tampoco tuvieron suerte, por lo que este mes han registrado escritos a las distintas delegaciones implicadas en los problemas que arrastra la calle para pedirles que, en primer lugar, la visiten y, a partir de ahí, empiecen a tomar medidas. Según denuncian, basta con ver los postes eléctricos de madera de luz, de más de 50 años, y el mal estado del cableado, “un peligro”, lo que ha obligado a llamar a los bomberos en más de una ocasión, para hacerse a una idea del “abandono” al que tiene sometido el Ayuntamiento a este enclave, donde no son pocos los vecinos que viven.
De hecho, aseguran que entre el residencial de unifamiliares y las casas de Santa Jesusa, pueden ser más de un centenar las personas que residan en esta zona. Otro foco peligroso y de infección contra el que exigen el tapiado es una casa abandonada que hay en la misma calle, rodeada de pastos, donde han vivido incluso animales de granja y se han llegado a meter personas conflictivas. “El olor es insoportable, hay ratas, y los mayores están asustados; estamos hablando de un sitio de paso y donde hay gente viviendo”, lamentan.