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Miércoles 27/11/2024
 

Almería

Condenado a dos años de cárcel por acosar a la madre de Gabriel Cruz

A quien "no dejó de perseguir" desde que la viese por primera vez en 2015

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  • Patricia Ramírez y Ángel Cruz. -

El Juzgado de lo Penal 2 de Almería ha condenado a penas que suman dos años de cárcel al hombre de 42 años "obsesionado" con la madre del niño de ocho años Gabriel Cruz, Patricia Ramírez, a quien "no dejó de perseguir" desde que la viese por primera vez en 2015.

D.M.F.A. fue el centro del foco mediático durante los primeros días de búsqueda del pequeño en marzo de 2018 después de que se apuntara a él como posible sospechoso de la desaparición, pese a que fueron los propios padres de Gabriel los que, en rueda de prensa, le desvincularon de estos hechos después de que fuese detenido por la Guardia Civil pero, en este caso, por vulnerar una medida cautelar que pesaba contra él.

En el acto de juicio, según consta en la sentencia consultada por Europa Press, reconoció los hechos que le imputaban tanto por el fiscal como por la acusación particular y aceptó un año de prisión por delito continuado de quebrantamiento de condena y otros 12 meses de cárcel por un delito de acoso, ambos con la agravante de reincidencia.

D.M.F.A., quien se obsesionó con Patricia Ramírez cuando participaba en pruebas del circuito provincial de carreras de la Diputación de Almería en las que ella trabajaba como 'speaker, no podrá acercarse a una distancia mínima de 500 metros por periodo de cinco años, mismo tiempo en el que no podrá acudir o residir en el mismo lugar.

Según indica el fallo de la jueza Sara Herrera, la "obsesión" que experimentaba le llevó a "no dejar de perseguirla y de buscar siempre su cercanía física" y a vulnerar de forma reiterada la prohibición que tenía de acercarse a ella.

Así, remarca que "no solo acudía a todas las carreras" en las que sabía que estaba trabajando como 'speaker', sino que, además, acudía a "sitios que frecuentaba como su centro de trabajo, su domicilio familiar e, incluso, cafeterías habituales".

"Hay que tener en cuenta --añade la resolución-- que vive en el Levante de la provincia y que, para hacer ese seguimiento, se desplazaba hasta Almería utilizando su propio coche a modo de vivienda y llegando a aparcar el mismo en las cercanías de la casa de ella".

Tras desgranar sus antecedentes, hasta cuatro y el último por sentencia de 14 de febrero de 2018 por quebrantar una orden de medida cautelar, la magistrada relata que, entre los meses de junio y de octubre de 2017, D.M.F.A. se acercó "en distintos momentos" al lugar de residencia de Patricia Ramírez "con la finalidad de encontrársela y vigilar cada uno de sus movimientos".

Detalla que, en una ocasión, intentó participar en una carrera aunque no le dejaron inscribirse, que, dos meses después, estacionó su vehículo en la puerta del colegio de su hijo "causando una sensación de temor e inquietud" en ella y que, a las pocas semanas, se dirigió a otro municipio donde estaba desarrollando su trabajo de 'speaker', "situándose a menos de cinco metros de distancia".

D.M.F.A. ingresó en prisión en marzo de 2018 tras ser detenido por la Guardia Civil para cumplir la condena de seis meses de cárcel que le fue impuesta un mes antes con la atenuante de trastorno mental por quebranto de medida cautelar ya que, en noviembre de 2016, le fue impuesta una medida de alejamiento de 200 metros por parte del Juzgado de Instrucción 6 de Almería, que tiene vigencia hasta noviembre de 2019.

Tras esto, y en pleno dispositivo de búsqueda de Gabriel Cruz, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado finalmente en el maletero de un turismo conducido por la expareja de su padre, Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte violenta, el entonces ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, le desvinculó de estos hechos y precisó que su arresto que se debía a que había "manipulado" la pulsera telemática que lleva en virtud de una orden de alejamiento sobre la madre de Gabriel.

Pese a ello y a la coartada que tenía, la familia de D.M.F.A. se vio obligada a pedir a los medios de comunicación que esperaban a las puertas de su casa en un pequeño pueblo del levante almeriense "respeto" y que dejasen de "escrutar su pasado y su vida privada".

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