Llega a Torremolinos directo desde el aeropuerto, recién aterrizado de Roma. Se disculpa y entra directamente al baño para cambiarse la ropa. “Yo no voy a las milongas sin saco (chaqueta americana), no me encuentro”, reconoce entre risas. Cambio de vestuario y cambio de ciudad; ya no estamos en Torremolinos, nos hemos trasladado a Buenos Aires, la ciudad del tango.
Horacio Julián Préstamo nació hace 76 años en el barrio La Paternal. A los nueve años, en una fiesta de carnaval con su familia, empezó el gusanillo. Tras pasar por el folclore, a los 16 años llegó al tango. “Yo empecé tarde porque en esa época empezaban entre los 12 y los 14 años. Te estoy hablando de que yo nací en 1943 y empecé a bailar en 1959”, detalla.
Asegura que el tango es una gran parte de su vida. Precisamente ahí estaba en sus días más tristes, cuando falleció su hijo. “Yo cantaba para adentro un fragmento de Sorbos Amargos, que dice: “Cada cosa es un recuerdo, cada recuerdo un sollozo”. Siempre hay una frase para algo que te pasa en la vida. Eso es el tango”, explica.
Pero muy diferente es el que se aprende en la calle, en familia, como él, al que enseñan en una academia. La diferencia, según Préstamo, está en el sentimiento.
Es franco a la hora de hablar de la “muerte” del tango en los años 60, “cuando los grandes se iban yendo y no entraba gente nueva. Además, se promocioban otros ritmos”. Con la misma franqueza habla de la polémica creada sobre si es un arte machista o no. “No, no, para nada. Es completamente falso. El tango paga los platos rotos porque nadie habla de los otros bailes: del vals, de la polka… Nadie quiere cambiar el vals, pero el tango sí que hay que cambiarlo. Cuando descubran el sentimiento van a ver que no hay que cambiarle nada. Inventen, creen, combinen en base a eso”, responde.
Además, cree que ha vuelto a resurgir desde los años 90 y que “surgen tangueros como conejos”, pero tienen que dejar de lado el trabajo, porque “a las milongas va uno a divertirse, no a trabajar”.
Precisamente él es maestro y ha dado clases en Barcelona, Italia y Mallorca, pero no aguanta que le llamen profesor; “si acaso, tolero que me llamen maestro porque enseño lo que sé, y creo que tengo cosas que enseñar”.
Esta música y manera de expresarse le ha dado la posibilidad de conocer nuevos lugares. Este fin de semana estará en Málaga, Marbella y Granada junto a Silvana Anfossi, campeona metropolitana de tango y residente en Berlín. El sábado estará en la Avenida de Ricardo Soriano (Marbella) para tratar el tema del abrazo milonguero, manejo de elementos sin romper la conexión, y el domingo en la calle Ollerías de Málaga para hablar de la cadencia en el baile y charlar abiertamente con los presentes.
Aunque esta sea su pasión, Horacio Préstamo es letrista gráfico. Recuerda cuando llegaba a trabajar con su papá y encendía la radio a primera hora para escuchar esa música que hace poco le dijeron la mejor del mundo. Desde siempre ha hecho lo que más le gusta: ser feliz bailando para dentro.