Nueve y siete minutos de la noche de este martes y se escucha a campanilla del Tranvía Metropolitano de la Bahía, que con los años ha crecido y se ha convertido en un tren hecho y derecho.
Las pruebas dinámicas, sobre todo las que hay que hacer sobre las vías que utiliza Renfe, no dejan lugar al descanso del transporte verde y el chirrido de las ruedas llena la noche desangelada en la plaza del Rey, en cuya parada se estaciona.
Pronto se podrá decir -o no- que es el último tranvía a Cádiz y la voz grabada en la parada de la Plaza del Rey le siga dando el número uno a la persona que está en la cola y también pronto se espera conocer el dinero que ha costado todo este entramado de algo que se les ha ido de las manos a mucha gente y que ya se ve como a alguien de la familia... que cuesta más que un niño tonto.