Cuatro meses de trabajo intenso, en el archivo municipal, en la calle -tomando fotos- y frente al ordenador, han dado sus frutos en forma de una exposición fotográfica que fusiona el ayer y el hoy de Jerez, un paseo intergeneracional que aúna finales del XX con el siglo XXI reparando en la arquitectura y también en sus gentes. Diez fotografías que más que un disparo de cámara es un trabajo sociológico en el que se puede ver el intenso cambio estético y arquitectónico de la ciudad y, también, de sus ciudadanos, el cambio en los atuendos, costumbres, medios de transporte e incluso algo tan especial como la maquinilla que recorría Santiago. Lucía Craven-Bartle Coll, en adelante Lucía Craven, ha sabido recoger con mimo cada una de las imágenes que han llegado a sus manos, completarlas y crear una obra nueva, testimonio del paso del tiempo en la ciudad.
Un arduo trabajo que comenzó como proyecto fin de ciclo para terminar el Ciclo de Iluminación, Captación y Tratamiento de la Imagen del IES La Granja y sin más perspectiva que su difusión a través de redes y ahora toma cuerpo en la sala de exposiciones de la Agrupación Fotográfica San Dionisio. De este modo, todos los amantes de Jerez y su historia tienen una cita del 21 de enero al 13 de febrero, los martes y los jueves de 20.00 a 22.00 horas para disfrutar de un paseo por las calles del Jerez de finales del XIX, salpicado de detalles del XXI.
Inspiración y metodología
La creadora, Lucía Craven explica a la perfección su inspiración: “Encontré un trabajo del fotógrafo aficionado SebastianMaharg, y las imágenes en su serie “Pasado en paralelo”.Este aficionado se dedica a ir por Madrid, con fotos del Madrid antiguo y las coloca como una pieza de puzle en el Madrid de hoy. Aquello me inspiró y quise ir más allá, pero sin añadir la imagen antigua sino integrando el pasado y el presente en una sola fotografía” y con un guiño claro al espectador a quién le facilita la labor de saber qué parte es de cada época porque deja en blanco y negro el pasado y el presente aparece en color. Un contraste que no ha sido fácil “primero había que conseguir que archivos, en ocasiones de aficionados, pasaran a tener gran calidad, después restauré cada detalle y, por último, integré las partes modernas que más me interesaban, que tenían un contenido expresivo”, comenta Craven. En este punto, esboza una sonrisa y cuenta el detalle del azulejo del Prendimiento: “Mi tutor del proyecto me señaló que era demasiado llamativo para dejarlo y yo pensé, ¿qué es Santiago sin su Prendi? Finalmente me arriesgué a dejarlo y, en mi opinión funciona bien”. Un riesgo que va a hacer las delicias de los infinitos devotos que tiene el Señor de Santiago. En este mismo sentido, Craven se ha afanado en rescatar fotografías que incluyeran también a personas, para que dieran un testimonio de los atuendos de la época, de su forma de vivir y trabajar y, en algunas, las enfrenta a personas de hoy en día y, de nuevo el contraste o, como ella lo llama “la fusión”, resulta deliciosa y un tratado de sociología de la constante evolución de los jerezanos y sus oficios, un caso claro son los areneros de La Corta.
Además, con su trabajo de investigación y documentación, ha conseguido poner negro sobre blanco en pérdidas de patrimonio de la ciudad como el costado de la Iglesia de la Victoria, que originariamente se prolongaba unos metros o la desaparición completa del Palacio Marqués de Salobral que aparecía rotundo hasta los 60, en lo que hoy es laPlaza del Mamelón. “Sí, en mi trabajo también he querido denunciar estos cambios, podría haber elegido otros encuadres, pero me ha gustado mostrar algunos detalles que, en Jerez, hemos perdido, y que, gente de mi generación, ni siquiera hemos conocido”, puntualiza Craven.