Implicado en la exposición temporal ‘Ecos de Prado III. El Prado recreado’, que finaliza el próximo 15 de marzo, el artista isleño, Eduardo Martínez, ha donado al Museo de Chiclana las obras con las que participa en la exposición antes mencionada. En este sentido, el alcalde de Chiclana, José María Román, ha agradecido al artista la donación de estas dos obras. “Hoy nos hemos acercado al Museo de Chiclana para rendir testimonio a Eduardo Martínez, pintor de estos dos cuadros, al que agradecemos la donación de estos dos magníficos cuadros”, ha expresado el alcalde, quien ha destacado que “este gesto pone de manifiesto la forma de ser de esta persona y su implicación con el Museo”. “Lo menos que puedo hacer, en nombre de la ciudad, es darle las gracias por esta donación y otros esfuerzos que ha hecho por nosotros”, ha manifestado José María Román.
Por su parte, Eduardo Martínez ha destacado que “la gente necesita pensar, moverse y ver exposiciones. Y lo bueno que tiene el Museo de Chiclana es que continuamente se va reciclando”. “El que tiene que estar agradecido soy yo, porque desde hace años el Museo nos abrió sus puertas, a través de estas exposiciones”, ha expresado el artista, quien ha destacado “la calidad como persona y el esfuerzo del director del Museo para ir organizando temas y material, con el objetivo de que el Museo ofrezca ideas muy interesantes para el público”.
Hay que destacar que esta exposición temporal muestra al público obras que, inspiradas en las grandes obras de los maestros del Prado, suponían todo un ejercicio de interpretación o recreación de las mismas por parte de artistas actuales de nuestro entorno pertenecientes a diversas generaciones que, con más edad y con menos, siguen aprovechando el magisterios que desde el Prado ejercen los clásicos.
Eduardo Martínez tomó como referencia para su recreación los dos lienzos de Velázquez que, conocidos como ‘los Filosófos’, retratan, muy libremente, a Esopo y a Menipo. Éstos se nos ofrecen ahora, de la mano de este artista joven pero de larga trayectoria y obra abundante, como ‘Leucipo’ y ‘Téano’, dos obras grandes dimensiones que respetan el formato de la fuente inspiradora y remiten a Velázquez incluso en lo procedimental, aunque con un lenguaje plástico actualizado que para nada esconde el sello del pintor actual.
La actualización del asunto revisitado no se queda sólo en lo plástico, sino que, más allá de ello, ofrece una visión paritaria del saber, donde los dos hombres “filósofos” originarios aparecen como un pensador -el atomista presocrático Leucipo- y una pensadora -Téano-, que ha sufrido, como tantas, su correspondiente olvido.
