El equipo alevín femenino del Atlético Sanluqueño, que dirigen Misael y Fátima, desconoce si el partido que disputó y perdió ante el Guadalcacín por 1-4 en el Doro Stadium fue el último que afrontó esta temporada. La expansión del coronavirus en España y en el resto del mundo provocó el cierre de las instalaciones y por consiguiente la suspensión de las competiciones. Tras ese enfrentamiento hubo dos entrenamientos más y ahí se paralizó todo.
Mi hijo de 13 años se queda mirando la puerta de entrada de la casa y mi hija de 4 años sabe que hay un bicho en la calle pero estar deseando ir al colegioMisael, que cuenta con una plantilla compuesta por jugadores entre 8 y 12 años y que es pieza clave en la coordinación de la cantera del club que preside Miguel González, manifestó que “ahí fue donde me despedí de las jugadoras. Estoy en contacto con sus padres y familiares y me dicen que tienen muchas ganas de volver a jugar”.
Añade que “les digo que mucho ánimo y que hay que quedarse en casa, que ya volveremos a jugar al fútbol. Lo más importante en lo deportivo es que sigan disfrutando porque cada vez hay más niñas en este proyecto”.
De lo que queda de competición dice que “nos nos afecta para nada porque quedaba muy poco para acabar y todo estaba ya resuelto. No creo que la Liga termine. Las jugadoras tienen que seguir en casa y estar pendientes de sus estudios, además de disfrutar con la familia. La normalidad llegará algún día pero no se sabe cuando ocurrirá eso. Ahora, más que el deporte, lo que importa es acabar el curso escolar. Lo deportivo es lo menos importante ahora”.
Misael es profesor del Colegio Salesianos Manuel Lora Tamayo de Jerez e imparte clases a alumnos de más edad y de distintas etapas de aprendizaje. Dice que “sigo trabajando desde casa y mis alumnos están llevando mejor la situación porque son más mayores”.
Tiene claro que “hay ganas de que regrese la normalidad, de que esto quede controlado y todos estemos bien, más tarde o más temprano. Nadie pensaba que lo estamos viviendo pudiera suceder. Tengo un niño de 13 meses que se queda mirando la puerta de entrada de la casa y una niña de 4 años que sabe que hay un bicho en la calle y que por eso no puede salir aunque está deseando volver al colegio. Ahora disfruto más con los dos aunque me dejan reventado. También mantengo el contacto con la familia a través de las video llamadas y todo gracias a las tecnologías. Los abuelos son los que están deseando ver a los nietos”.
