El calor bochornoso ha sido uno de los protagonistas no invitados de esta primera semana del Festival de Cannes y las previsiones para la semana próxima no parece que van a mejorar la situación. A pesar de todas las medidas de seguridad sanitarias anunciadas, los test anti-Covid cada 48 horas o los certificados de vacunación exigidos, hay un elemento con el que la organización del certamen no contaba: la resistencia del público a llevar la mascarilla en los espacios cerrados. Ello ha llevado a intervenir al propio Director del certamen, Thierry Fremaux, quien tuvo que exigir al público de una sala que se la pusiera, y bien puesta. Esperemos que esta falta de prudencia no tenga mayores consecuencias para este festival y para los que se van a desarrollar en los próximos meses.
El festival, en su jornada inaugural nos regaló con un momento muy especial: le entrega de la Palma de Oro honorífica a la gran actriz y directora Jodie Foster, que agradeció emocionada el homenaje y la ovación de un público puesto en pie.
Respecto a la cosecha de casi dos años de cine, se están proyectando films muy interesantes y el listón de las películas presentadas hasta el momento es muy alto. Las películas más destacadas de la competición oficial han sido: Anette, de LeosCarax, director habitual del festival, proyectada en la jornada de Inauguración. Marion Cotillard y Adam Driver protagonizan este estilizado musical, casi enteramente cantado, que el realizador ha dirigido basándose en el guion y las canciones del dúo estadounidense Sparks y en el que se refleja el universo onírico, barroco y sensual habitual de su obra.
Ha’Berech (La rodilla de Ahed), de Nadav Lapid cuenta la lucha de un cineasta israelí que llega a un pueblo perdido en el desierto a presentar una de obras y debe enfrentarse a la pérdida de la libertad en su país y al fallecimiento de su madre. Su director, muy crítico con el gobierno de Israel, ganó en 2019 con Synonymes, el Oso de Oro del Festival de Berlín y el premio a la Mejor Dirección del Festival de Sevilla.
Touts’est bien passé, de François Ozon, narra la historia de una mujer a la que su padre, imposibilitado por un ictus, le pide que le ayude a morir. Basada en la historia real de la escritora Emmanuèle Bernheim, colaboradora y amiga del realizador, fallecida en 2017, cuenta en su reparto con Sophie Marceau respaldada por los veteranos y siempre magníficos André Dussolier y Charlotte Rampling. Ozon, en su séptima participación en Cannes, aborda con sensibilidad, responsabilidad y sin caer en la sensiblería el tema de la eutanasia.
Lingui (The Sacred Bonds), de Mahamat-Saleh Haroun, director nacido en Chad y afincado en Francia, firma su cuarta participación en el festival con la historia de la lucha de una madre que descubre que su hija única de quince años está embarazada. Se trata de un embarazo no deseado por la adolescente, en un país en el que el aborto no está solo prohibido por la religión, sino también por la ley.
VerdensVersteMenneske, de JoachimTrier, una comedia romántica bastante divertida sobre una chica de treinta años que trata de poner orden en una vida en la que los cambios se suceden con rapidez. Cuando cree haber encontrado cierta estabilidad con un maduro escritor de éxito, se cruza con un hombre más joven que hace que vuelve a cuestionarse todo de nuevo.
Benedetta, de Paul Verhoeven, una de las películas más esperadas del festival, en la que el veterano director holandés vuelve a provocar con la historia de una monja lesbiana a finales de la Edad Media que le sirve como punto de partida para poner todo en cuestión: la religión, la existencia de Dios o el amor.
La fracture, de Catherine Corsini, nos sumerge en la realidad de un hospital de París en una noche de manifestaciones de los “chalecos amarillos”. Protagonizada por Valeria Bruni-Tedeschi y Marina Foïs, con un estilo de cine-realidad, nos transmite la tensión a la que están sometidos los servicios públicos en una Francia cada vez más indignada.
En la Sección Oficial, fuera de concurso, han destacado: The VelvetUnderground, de ToddHaynes, historia del mítico grupo de rock liderado por Lou Reed y John Cale y una poderosa reflexión sobre la vanguardia creativa del Nueva York de los años 60. Con su radical realización, muy en consonancia con lo que cuenta y un excelente material de archivo, Haynes explica con eficacia la relación de la banda con la cultura, la sociedad, la música, el cine y la actitud ante el sexo y las drogas de aquellos años.
Jane par Charlotte, de Charlotte Gainsbourg, filmación de una charla íntima entre la realizadora y su madre, la actriz Jane Birkin, en la que ambas se manifiestan como nunca lo habían hecho en su vida. La cámara consigue romper las barreras del pudor y, trascendiendo la imagen profesional y pública de las dos artistas, las muestra en sus roles de madre e hija con toda la sencillez y complejidad que ello supone.
Stillwater, de Tom McCarthy, la nueva película de su director tras la oscarizada Spotlight, en la que Matt Damon interpreta a un padre que visita, en una cárcel de Marsella, a su hija acusada del asesinato de su amiga y pareja.
Una agradable sorpresa ha sido la presentación de Libertad, de Clara Roquet en la Semana de la Crítica, en la que la realizadora española, en su primera película, nos presenta un drama intimista sobre la adolescencia y la diferencia de clases.