Hace más de una década que llevo hablando del suicidio como uno de los grandes problemas que azota nuestro país y que sigue incrementando su número a medida que pasan los años. Aún así, existe una norma no escrita que evita hablar del suicidio, que se ha convertido en un tabú y que desde mi perspectiva está mal enfocada, silenciando un hecho que podría evitar el considerable aumento de casos que siguen existiendo.
Debemos romper con este absurdo silencio y “hablar por los codos” desde una perspectiva sensibilizadora y facilitar información sobre el suicidio en los medios de comunicación “si se hace de forma adecuada y según unos principios y recomendaciones internacionalmente aceptados” (Ministerio de Sanidad. Sep. 2021). Y hablemos, hablemos mucho y en consideración a las circunstancias de dichos porcentajes. Hablemos con consciencia, con esa capacidad formativa-preventiva.
Dejemos a un lado las formas y todo lo que rodea al morbo de estos desagradables sucesos y centrémonos en el fondo de la cuestión. Hablemos de los miedos, de la frustración, del rechazo por la condición sexual, social, color de piel, creencias culturales o religiosas. Hablemos del dolor, del bullying, de la soledad, de la competitividad, de las drogas y el juego, del abuso, del futuro incierto, del maltrato. Hablemos también de las carencias económicas, de las barreras existentes para ser atendidos en los servicios sociales, etc. Pero hablemos y demos herramientas e instrumentos para solventar las necesidades que cada particularidad requiere.
Cierto es que la pandemia no está ayudando mucho y los porcentajes aumentan en un 200% en jóvenes de entre 12 y 18 años, datos que deberían poner en alerta a las autoridades y empezar a plantear estrategias más eficaces para menguar dichos casos. Diez personas se quitan la vida cada día y aún así no existe un número -tres dígitos- de ayuda directa como el 016 asignado para la violencia de género y los profesionales existentes en este país están muy por debajo de la media europea, un hecho que debe cambiar de forma radical. Por ello, hablemos claro y directo y profundicemos en todo lo que rodea al suicidio y en las necesidades que se requieren para que nuestros seres queridos afronten la vida y puedan disfrutarla.