Desde el mismo momento en el que nacemos ya estamos condicionando nuestra salud. Nacemos, crecemos, vivimos, trabajamos y envejecemos, pero no todos de la misma manera. Uno de los determinantes de nuestra salud es el socio-económico y, sin duda, la pobreza influye y mucho en poder hacer más grata nuestra salud.
Consideramos pobreza cuando la persona no puede disponer de los recursos materiales, culturales y sociales necesarios para satisfacer sus necesidades básicas y, por lo tanto, su nivel de vida no puede considerarse ni siquiera aceptable. En cantidades económicas podemos considerar pobres a aquellas familias cuyos ingresos totales están por debajo de los 600-700 euros, porque esa cantidad provoca carencias muy importantes e influye mucho en la calidad de vida.
Según el informe AROPE publicado en 2021, en el año 2020 había unos 12 millones y medio de personas en riesgo de pobreza, es decir el 26.4 % de la población española estaba en riesgo de exclusión social y estos datos suponen además un punto más que el año anterior. En ello ha influido la creación de empleo, pero de un empleo cualquiera, sin importar las condiciones laborales y económicas. Ese empleo muchas veces no genera los suficientes ingresos para superar esa barrera de los 600-700 euros y son en condiciones de penosidad o de horas sin contrato.
La conclusión es que es más fácil entrar en la pobreza, que salir de ella y en muchos casos se suma la existencia de hijos menores o no emancipados que aumenta la vulnerabilidad económica.
La pobreza va por barrios o por comunidades y así la España desde el centro al norte tiene tasas de pobreza menores a la media nacional y similares a las de Europa. Por contra las regiones más hacia el sur tienen tasas de pobreza elevadas. También si valoramos de este a oeste, las regiones situadas más al este tienen menor tasa de pobreza que las situadas al oeste de España. Si en La Janda estamos al sur y al oeste, blanco y en botella, nuestra tasa de pobreza como concluye el estudio AROPE es de las más altas de España.
El estudio “Las desigualdades matan”, publicado por Oxfam Intermón, dice que cada minuto mueren 11 personas de hambre, superando con creces a las de Covid-19 y no se habla de esa pandemia de hambre que guarda un escandaloso silencio. También denuncia esta asociación que el ejecutivo español ha aportado 97.161 dólares muy por debajo de los 3,3 millones que se ha comprometido a aportar para combatir la pobreza tras la pandemia.
Paradójicamente la sociedad rica se mueve en excesos y riesgos para la salud y la sociedad pobre, se encuentra en cambio, con carencias alimenticias y pobreza energética. Uno de cada 4 hogares españoles está en riesgo de pobreza energética y se dan problemas de salud por frío, calor o humedad afectando a los más vulnerables niños, enfermos y ancianos.
Los pobres de hoy también son personas con trabajo y nivel educativo medio/alto, es decir han hecho todo lo necesario en la sociedad para tener una vida digna, pero son pobres.
Poderoso caballero Don dinero que se salta listas de espera, pruebas diagnósticas, consultas con demora y los derechos de la sanidad que debería presumir de un Sistema Nacional de Salud que tendría que ser para todos, igualitario y justo. Está claro que el dinero no puede comprar la salud, pero evidentemente bien usado, ayuda de muchos modos a mantenerla.