Tras dieciséis años de obras, un coste de 267 millones y algo de fanfarria, se ha puesto en servicio el tranvía que une Cádiz y Chiclana siendo bautizado como TramBahía. Una buena noticia como ésta no puede esconder la realidad de lo que ha ocurrido con estos proyectos de movilidad sostenible durante los últimos lustros.
Disputas políticas, demoras insoportables, incrementos abusivos de los presupuestos durante la ejecución de obra, molestias a los vecinos, deterioro del material por el retraso en su puesta en marcha han sido y son denominadores comunes para los proyectos de tranvía de la Bahía gaditana, Jaén y Alcalá de Guadaíra. Al menos, en Granada y Cádiz ya circula por los raíles. Pelillos a la mar. Sin embargo, en el municipio sevillano de Alcalá de Guadaíra aún no tiene fecha para su puesta en servicio pese a que hablamos de un proyecto de 2009.
Capítulo aparte merece el caso jiennense, un despropósito alimentado por políticos y administraciones desde 2011, año en el que estaba todo listo para que los jaeneros pudieran subirse a bordo. Once años y 121 millones después nasti de plasti. Los vagones siguen en cocheras. Si el tranvía de Cádiz es TramBahía, el de Jaén es TramPantojo, es decir, una verdadera ilusión óptica. Aquello empezó mal de inicio. Jaén no necesita este tranvía para subir desde el Bulevar hasta el casco antiguo. Precisa de una conexión interurbana, algo similar al de la Bahía de Cádiz. Un tren que una la capital del Mar de Olivos con localidades como Torredelcampo, Torredonjimeno o Martos, por poner un ejemplo quimérico ya que la realidad es bien distinta. Esa realidad ha pasado por diversos capítulos, algunos de ellos tan penosos como cuando el entonces alcalde, José Enrique Fernández de Moya, prometió y cumplió que no se subiría al tranvía durante su mandato.
Ahora, con la consejera Marifrán Carazo en Fomento, parece que el propósito es otro pero ya ha pasado una legislatura y ese tranvía sigue en cocheras. Es el momento de pasar de las palabras a los hechos para que, de una vez por todas, los jiennenses puedan disfrutar de esa infraestructura. Prolongar esta situación de parálisis sería dar más argumentos a quienes siguen pensando y manteniendo que esa provincia continúa en el olvido de las administraciones. No quieren que los políticos les hagan ver algo distinto a lo real.