El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, sabe que la legislatura está acabada, agotada, finiquitada. Y empieza a notársele la ansiedad por construir un relato convincente que le permita adelantar las elecciones sin parecer que subordina los intereses de los andaluces a sus propios intereses políticos y los de su partido. La evidencia más palpable de este ataque de prisa que le ha dado a Moreno ha sido la impostación con la que se manifestó esta pasada semana en Madrid –hay que ver, por cierto, lo que hiperventilan la mayoría de políticos andaluces (a Susana Díaz también le ocurría) cuando llegan a la capital del Reino-.
Afirmar solemnemente que no hará “perder ni un minuto a los andaluces” si persiste el bloqueo del PSOE y Vox con el Gobierno andaluz es un argumento muy débil que deberán mejorar los asesores del presidente. La oposición hizo su labor: pedir un pleno extraordinario sobre un asunto de máxima preocupación ciudadana, la crítica situación asistencial de la sanidad pública andaluza en medio de una pandemia bestial. Y si encima Vox vuelve a engañar al estadio entero y parte la cintura a toda la prensa y hasta el propio presidente y aborta esa sesión extraordinaria, ¿dónde está el bloqueo?
Lo dicho, Moreno y los hombres y mujeres del presidente tendrán que hilar más fino que apelar a la inexistente pinza política entre socialistas y la ultraderecha para convencer a los andaluces de que no le dejan gobernar ni agotar la legislatura como es su deseo. Como frases de marketing político tienen su recorrido hablar de la pinza, de la oposición tres en uno o de los intereses comunes del PSOE y Vox por derribar y erosionar al Gobierno andaluz, pero no resisten un análisis político mínimamente serio si se conocen los actores políticos y se analizan las votaciones de todos ellos en los últimos meses.
Sinceramente creo que en los divanes de San Telmo ya sólo están las encuestas propias y ajenas; el avance o no de Vox en España y en Andalucía, y el resultado de las elecciones de Castilla y León para no tener que hacer una campaña electoral en Andalucía condicionado por una posible alianza entre el popular Fernández Mañueco y la ultraderecha que rompa el discurso de Moreno de no tener que gobernar con Macarena Olona. Todo lo demás son fuegos artificiales por los que no deben dejarse engañar.
