Jorge Romero Aranda vuelve al terreno literario con “Una palabra bajo los álamos”, una novela que ha sido descrita como una oda a la memoria, a la lealtad y a la belleza de lo cotidiano”. Conversamos con el autor sobre esta nueva apuesta literaria que publica El Ojo de Poe.
Después de mucho tiempo, vuelves a publicar presentando, el próximo 14 de diciembre (Capuchinos, 20 h), la obra “Una palabra bajo los álamos”. ¿Cuál es la génesis y el trasfondo de este nuevo libro?
Comencé a escribir esta novela como un reto. Llevo muchos años leyendo libros que continuamente me invitaban a adentrarme en la aventura de escribir mi propio libro. Tener la oportunidad de habitar la historia que vas creando día a día y ser consciente de que tu compromiso con los personajes y con la propia trama era real. La verdad, toda una experiencia que me ha reportado mucho aprendizaje y mucha satisfacción.
El trasfondo de la obra no es otro que la bondad del ser humano. A pesar de que la historia se desarrolla en tiempo de guerra, sin embargo, la relación de los personajes nos enseña que, siempre queda ese espacio instintivo en nuestra conducta para empatizar con los demás.
Dicen que para escribir una buena página hay que leer al menos cien. ¿Quiénes son tus referentes literarios y por qué?
Mis referentes literarios son en realidad todos los autores de los libros que poco a poco van cayendo en mis manos. Siempre he procurado como aficionado a las letras que cada libro que leo me aporte algo no solo desde un punto de vista de lector que disfruta de la trama, sino también como aficionado que intenta ver como un autor va forjando esa historia, como enhebra los entresijos para conseguir mantener cautivo al lector hasta el final. Por nombrar algunos autores, puede decirse que entre mis referentes están Muñoz Molina, Unamuno, Hermann Hesse…
Publicas con el “Ojo de Poe”. ¿Crees que tenemos la suerte de tener un gran nivel editorial en la localidad?
La verdad es que publicar con El ojo de Poe ha significado para mí una gran experiencia porque hacía bastante tiempo que no publicaba y encontrar en tu propio pueblo un equipo de profesionales que se entregan en cuerpo y alma para que tu proyecto salga a la luz y para que las expectativas queden más que superadas es un auténtico lujo.
¿Volviendo a tu trayectoria, de qué obra publicada estás más satisfecho, cuál te ha dado más alegrías?
Pienso que todo lo que un escritor consigue ver publicado en cualquier formato, es motivo suficiente para sentirse satisfecho, porque la publicación es al fin y al cabo ese salto al vacío que te conecta inexorablemente con el lector. Quizá el poemario “Desde los mares de colores” me dejó con más intensidad ese sabor de boca de ver publicado un trabajo. Ojalá esta novela que ve la luz ahora lo supere.
Publicas una novela, pero el terreno en el que habitualmente te has sentido más cómodo ha sido la poesía. ¿Crees que la poesía ha encontrado un aliado en las redes sociales? ¿Por qué crees que sigue siendo necesaria?
Indudablemente sí, la poesía siempre ha estado presente en nuestras vidas como una forma distinta de tocar las emociones. Pero hoy día y sobre todo desde hace una década aproximadamente muchos autores han conseguido acaparar la atención de miles de seguidores, gracias a la rapidez con la que se llega por medio de las redes sociales y quizá también porque este concepto literario encaja muy bien en esos formatos donde los poemas quedan reflejados perfectamente en la pantalla de forma muy precisa y visual como ocurre por ejemplo en la utilización de los blogs, o en plataformas como Facebook o Instagram.
Yo creo que la poesía siempre será necesaria, como la pintura, como la música, y como todas las manifestaciones artísticas, porque ellas son al final el refugio que todos tenemos para encontrarnos con esa paz que, por su complejidad, solo nosotros entendemos cuándo y cómo la necesitamos. Un refugio que como el amigo verdadero nunca falla.