“Yo soy del sur”, canturrea, ya sentada, silla de enea, María del Monte, emblema señero del Canal Sur (y el azuquiqui) de la prodigiosa Andalucía imparable de las últimas décadas. Esa región de pandereta que, de vez en cuando, nos golpea las entretelas, rompe y rasga el alma nueva, con complejos sepia de cartón piedra: “Me gusta dormir la siesta, el gazpacho y el buen vino, los caballos bien domados, y las charlas de casino. Me gusta ver las vendimias y beber con los amigos, y las mujeres bonitas y las siembras de buen trigo”. Andalucía es mi tierra. La Andalucía inmemorial, profunda, eterna, imperecedera... “Me gusta el cante sentido y el baile de cuerpo entero, la guitarra bien ‘templá’ y los olivares nuevos. Me gustan los toros serios y los toreros con arte, los buenos banderilleros y las mulillas de arrastre”. De Espartaco a Curro Díaz, un poner, ¡ole!, el fiel reflejo de esa Andalucía estereotipada que pone permanentemente de relieve la enaltecida celebración del 28-F. El PSOE del clan la acuñó y el remozado PP-A, en el corto espacio de un trienio, la versionó, retocando acaso aspectos accesorios como la creatividad de la marca, el logo y determinadas puestas en escena, sin alterar lo sustancial. La ‘f’ de fiesta nacional, de flamencos y farrucos, de fusión y fundamentos del cante jondo, de fomento de la felicidad identitaria de un pueblo al que cuesta horrores desprenderse de su fatuidad folclórica.
La Junta de Juanma Moreno, esa conjunción gubernamental que bordearía la mayoría absoluta de cumplirse la horquilla alta (¡5 de los 9 escaños de Jaén!), sueño húmedo, de la demoscopia más políticamente correcta, conmemora, este mediodía, en el Teatro de la Maestranza, a base de medallas, el orgullo de(l) ser andaluz. Su prefacio en Jaén, en el Aula Magna de la UJA, viernes de banderas verdiblancas presidido por el consejero Juan Bravo (“Juanele no para una: Ni Colce ni tranvía”, estribillo recurrente de Carnaval de calle), recreó la misma iconografía del tópico: toreo, caza y flamenco, patrimonio de la mayor parte, aunque más de unos que de otros, cuando no está precisamente el patio preelectoral de los populares para dar más cuartos al pregonero de la ultraderecha. En la reconstrucción del PP nacional, se da por hecho que Núñez Feijóo hará causa común desde el primer día con Moreno Bonilla para lo que se especula con la incorporación al staff de Génova 13 de su ‘2’, el virrey, Elías Bendodo. El interesado, como no podía ser de otro modo, por el momento, lo niega. El Casado, fra-Casado, producto caducado, cuyo liderazgo se volatilizó en una semana de pasión, de comparsa y chirigota, por poner el dedo en la llaga, a la postre la clavó: el rápel que se llevó el hermanísimo de Isabel Díaz Ayuso por la contratación directa a la Comunidad de Madrid de mascarillas y otro material sanitario de primerísima necesidad, en los albores más crudos de la pandemia, ascendía, en efecto, a unos 300.000, 283.000 euros para ser exactos, por cuatro trabajos con la empresa Priviet. El alma aznarista del aparato que lo encumbró, ahora se lo carga. No mentía pero lo merecía.
El más casadista entre los escasos casadistas puros de Jaén, Érik Domínguez, presidente provincial, asistía a la concentración de protesta en Linares, el jueves, contra la ya inevitable moción de censura. “Linares grita, alto y claro: No a la moción”. Horas después, la fachada de la casa de un concejal socialista amanecía con huevos estrellados. Registrada la iniciativa, con la firma del PSOE, CILU e IU, 13 de 25 concejales, el pleno de la discordia y de la investidura de Javier Perales tendrá lugar el viernes, 11 de marzo. Para nada sirvió que una de las dos fijaciones de la oposición, Noelia Justicia, mano derecha del alcalde, Raúl Caro-Accino, anunciara su dimisión. La suerte estaba echada. Noelia sólo adelantaba unas jornadas su reincorporación a la Cámara de Comercio de Linares donde, además de reencontrarse con su mentor, ya tenía a alguien cercano cubriendo en cierta medida, por encomienda, su vacante. Caro-Accino, ipso facto, renunciará al acta en cuanto entregue el bastón: no pidió la excedencia en la gerencia cameral para hacer oposición. Raúl, en esencia, es poder: lo fue, haciendo tándem en los mandatos anteriores con Juan Fernández, en pos de una reindustrialización futura de Linares cuando menos compleja; incidió estos treinta y tres meses como regidor, en perfecta armonía con la Junta; y habría continuado incluso haciéndolo con el PSOE, con ese otro PSOE de Linares que bien podría haber liderado su íntima amiga Ana Cobo, la tapada, de no haberse colado en escena un outsider. Javier Perales, el sindicalista de Gestamp, cuenta sus retos políticos por defenestraciones, contribuyendo decisiva y sucesivamente a los acosos y derribos de Juan Fernández, Daniel Campos y Raúl Caro-Accino. “Y tienes que comprender, y tienes que comprender, que mis costumbres son esas y no las quiero perder”.