Un nuevo episodio del drama social de la inmigración en la ciudad. Desde que el pasado jueves Ayuntamiento, Junta y Cáritas Diocesana abrieran el antiguo albergue temporero -a las espaldas del convento de Santa Clara-, han dormido en esas instalaciones más de quinientas personas. El director de la organización no gubernamental, Juan Carlos Escobedo, narra que la noche del viernes hubo personas durmiendo "hasta debajo del hueco de la escalera" de una instalación diáfana, en la que se han colocado sesenta colchones y varias estufas y se ha entregado un gran número de mantas. Además, un cátering para el desayuno y un bocadillo, financiado por la Junta de Andalucía, permite comer a los que duermen allí.
Mientras tanto, el albergue temporero se encuentra al completo y con algunos inmigrantes durmiendo en la calle. "La mayor parte es por voluntad propia", incide Escobedo, quien lo justifica en que "tienen un sitio muy escogido o desconfían".
Todas estas medidas implantadas en la ciudad "no crearán un efecto llamada", confía el responsable de Cáritas Diocesana, quien confía en que a partir de finales de la próxima semana o principios de la siguiente "el fenómeno comience a amortiguarse".