SE barruntaba que una tormenta de verano inundaría aquellas zonas de la ciudad de baja cota por la falta de limpieza de los husillos y gracias a Dios lo que descargó en la tarde del martes fue poco para causar destrozos, aunque se puso de manifiesto una vez más la precariedad de algunas zonas de la ciudad pendientes de obras estructrurales que acaben de una vez por todas con esos problemas.
Pero miren por donde, lo que se inundó con lo poco que llovió fue precisamente el Estadio Iberoamericano 2010, antiguo Bahía Sur, donde se han gastado más de cuatro millones de euros y a alguien no se le ocurrió dejar expeditos los husillos, sino por el contrario, taparlos con una alfombra verde simulando césped artificial que es una preciosidad cuando no llueve, pero un tapón para el agua. El resultado, la inundación de los vestuarios y otras dependencias de las recientemente remozadas instalaciones deportivas. Y es que montan un circo y les crecen los enanos. Con perdón.