A veces el ser humano es tan desmemoriado e injusto que olvida con el tiempo, lo que en otros momentos contempló o escuchó haciéndole llegar al fondo de alma. Por eso alguien dijo “que la vida es un suspiro sin retorno y que en acabada la corrida, enseguida viene la noche para lo bueno y para lo malo. La diferencia, en este caso, es que con Rafael de Paula, amanecerá siempre para su tierra y el mundo ese misterio deslumbrante que nunca desaparece.
Ocurrió un 9 de septiembre de 1960 en la plaza histórica de Ronda. La corrida goyesca mas señalada del año taurino, acogió la alternativa de un torero besado por los duendes y parido en Jerez. Llegaba con la aureola de un torero mágico, la sonrisa perdida y la morenez inquietante. El recordado e inteligente Bernardo Muñoz Carnicerito tenía una fé ciega en su toreo. Juan Belmonte” El Pasmo de Triana”, disfrutaba viendole torear en Gómez Cardeña. Hasta le mandaba su coche para recogerlo. Julio Aparicio le cedió el toro “Voluntito” de Atanasio Fernández, en presencia de Antonio Ordóñez. Al del doctorado y a su segundo los desorejó. Antes el 12 de Junio de ese año, se despidió de novillero en Cádiz, junto a Emilio Oliva y El Boni, ante novillos de Villamarta.
La referencia de bergamín
La dedicatoria de José Bergamín que hizo a Rafael de Paula en el libro “La música callada del toreo”, una joya de la literatura taurina, decía “porque de él aprendí a pensarla mejor” .El poeta ahondaba más en el estilo tan personal, único, singular, del diestro jerezano, recordando aquella frase de Joselito El Gallo, que comentaba entre sus amigos “ en el toreo se puede aprender de todo menos en eso, al referirse al estilo, porque eso es un don que cada uno trae al mundo y el que no lo trae no será nunca torero de verdad.
La desaparecida plaza de Vista Alegre de Carabanchel fué escenario de tardes de triunfo. Cuenta Bergamín :“he visto al que es, para mi gusto, extraordinario torero gitanísimo Rafael de Paula”y sigue diciendo “en las dos tardes ha hecho y decir el toreo admirablemente, con una finura y profundidad de estilos incomporables. En las dos pidió el torero que no tocase la música mientras él toreaba. Recuerdo que lo ví torear tan bien, que aún perdura en mi memoria la imagen vivísima de sus faenas de muleta”.
En la memoria quedan aquellas faenas de Jerez, El Puerto, Sevilla, o aquel quite de Madrid. Hace ya once años que dejó de vestir de luces tras otra tarde memorable con Curro Romero y Finito. Rafael un artista irrepetible, vive en la misma fe que el otro Rafael “El Gallo”.
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