Cada vez son más, se reproducen como plagas y, además, con todo el derecho del mundo. No sé puede hacer nada para controlar el comercio chino, ni el marroquí, ni el procedente de ningún otro país, ésa es la máxima del sistema de libre mercado que rige el planeta. Los comerciantes lo asumen, algunos a regañadientes, pero lo reconocen, y son conscientes de que si estas personas tienen los papeles y los permisos en regla no se puede hacer nada por frenarlos.
Pero lo que sí denuncian los empresarios es el “relajado control y seguimiento” de la Inspección de Trabajo sobre los negocios regentados por la comunidad china.
En este sentido, el secretario general de la Federación provincial de Comercio, José Luis Ferrer, explica que lo único que exigen desde el órgano que él representa es que “el sol salga para todo el mundo y que el mismo grado de rigurosidad que se nos plantea a nosotros a la hora de altas en la Seguridad Social, pago de impuestos, contratación de trabajadores, cumplimiento de la normativa de la prevención de riesgos laborales, de seguros, de consumidores, de etiquetado, etc., se aplique a todos por igual”.
Ferrer indicó que no se puede poner en duda que los chinos cumplan con todos los requisitos legales a la hora de montar su negocio y tampoco tienen ventajas a la hora de pagar sus impuestos, “pero sí se les relaja la exigencia de cumplimiento de la normativa”. Así las cosas, el secretario provincial de Fedeco señaló que el principal agravio que está padeciendo el comercio tradicional es que mientras a ellos se les exige que las instrucciones estén en castellano, que cumplan unos requisitos mínimos de calidad y un cierto nivel de compromiso con el consumidor, al comercio chino no se le exige con la misma contundencia.
La Federación de Comercio ha realizado una campaña de control sobre el cumplimiento de la normativa, y ha corroborado que más del 90 por ciento de los establecimientos chinos la incumplen en uno o varios aspectos. José Luis Ferrer, asegura que vender barato incumpliendo la normativa es fácil, “pero por qué a unos se les consiente y a otros no”.
Por buscar un aspecto positivo a la proliferación de las tiendas multiprecio regentadas por chinos, José Luis Ferrer resalta que “de alguna manera nos obliga al resto a ponernos las pilas”. El comercio está cambiando y la situación económica también, “tenemos que adaptarnos a las circunstancias y necesidades de los consumidores y todo lo que sea competencia nos conduce a adecuarnos al bolsillo de nuestros clientes”.
El secretario provincial de la Federación de Comercio se mostró convencido de que si estos comercios cumpliesen la normativa, no podrían mantener sus precios actuales. “Todos tenemos que competir con las mismas reglas de juego, porque lo que no podemos hacer es convertirnos todos en piratas”.
Ferrer argumenta que los chinos son bastante escurridizos a la hora de someterse a cualquier tipo de control. “Yo he entrado vestido de traje y se quitan del medio, en el momento en que huelen a inspección dificultan la labor de control poniendo problemas con el idioma por ejemplo”.
“No estamos hablando gratuitamente, cuando van los inspectores detectan irregularidades en la mayoría de los casos y eso es una realidad que se ha plasmado en las campañas que hemos venido haciendo”, indica Ferrer.
ladillo
Tan sólo en 2009, el Ayuntamiento tramitó hasta 13 licencias de apertura solicitadas por personas de nacionalidad china para locales de todo tipo en las calles Gas, Segunda Aguada, San Francisco, Jesús de la Paz, Drago, avenida Andalucía, plaza Topete, Acacias, plaza Ingeniero la Cierva u Obispo Urquinaona.
En 2010 han sido muchas más, sólo hay que echar un vistazo a la calle San Francisco, que más que una céntrica calle de Cádiz parece un barrio chino.
La Unión de Comerciantes de Cádiz también ha elaborado un informe sobre estos comercios, y algunos datos son “demoledores”. Por poner algún ejemplo, de él se desprende que “hay menores en las cajas a partir de determinadas horas y que a menudo se niegan a dar tiquets o facturas de las ventas que realizan.
También se han detectado “irregularidades” es en los horarios de apertura. Es habitual ver algunas de estas tiendas abiertas bien entrada la noche y cualquier domingo o festivo. Lo que no queda claro es si se trata de un desahogo para los clientes despistados o de competencia desleal para el resto de comercios. Cada uno tiene su visión personal.
La cuestión, según comentan desde la Unión de Comerciantes de Cádiz, es que cuando se va a denunciar en estos casos “es prácticamente imposible localizar a los dueños de las tiendas”, porque como indicó el secretario de Fedeco, los chinos son bastantes escurridizos cuando huelen a inspección.
También es llamativo que Sanidad no impida que estos comercios vendan ropa, artículos de cocina, y alimentos, mientras que a los autóctonos no les deje seguir con el estanco/ultramarino. El incumpliento en las tiendas de chino es evidente y, a veces, hasta escandaloso, tanto que se llega a ver escaparates con una barra de pan y justo al lado de un par de zapatos. Qué pasa entonces con la inspección.
El presidente de la Unión de Comerciantes, Salvador Munoz, también pon el acento en el desconocimiento del idioma, que en algunos casos puede dificultar la relación con el cliente y con el inspector. En este sentido, hay que destacar el esfuerzo que desde la Asociación de Comerciantes Chinos de España se está realizando por fomentar la formación de los profesionales a través de un convenio. El objetivo es integrar a dicha comunidad en la sociedad para evitar estereotipos.
control de distribución
Otro punto a su favor que tienen los chinos y que les permite bajar sus precios de manera considerable es que controlan toda la cadena de vida y distribución de los productos en muchos casos. La mayoría de los artículos proceden de China y en algunos casos, son empresas propias las que realizan los artículos.
Eso les permite abaratar costes, ya que todo el dinero queda en familia. De hecho, otro de los aspectos que critican los empresarios es que estas personas no generan riqueza ni empleo en la ciudad, ya que no contratan a nadie. Son negocios estrictamente familiares y todo el dinero queda en casa.
Sin embargo, Facua Cádiz rechza que los productos que venden estas tiendas sean de mala calidad, De hecho, advierten de que las reclamaciones por estas causas se ciernen sobre todo tipo de comercios.